miércoles, 7 de julio de 2021

3° semana (B): Wenceslao Pedernera. Testimonio del P. Gonzalo Llorente

    


Queridos amigos y lectores de este blog, venimos realizando un camino digital siguiendo las huellas de Mons. Angelelli y compañeros mártires. Hoy compartimos con todos ustedes un testimonio del padre Gonzalo Llorente, quien conoció y compartió algunos años de su vida con el beato y mártir Wenceslao Pedernera.


BEATO WENCESLAO PEDERNERA. REGALO DE DIOS PARA SU PUEBLO  

                                   

Brazos para mi Señor el Rey

Almas para Dios.

Capitanes y Soldados

a maloquear que en esta cacería

buena pieza es el salvaje

A quemar las tolderías

Para que venga el indio a levantar los templos.

 A quitarles la tierra;

ellos deben cultivar nuestros huertos.”

“Así era el gobierno

de esta amada ciudad,

unos pocos con el agua del mando

el resto con el turno no más.”

 

                Estos versos extraídos del comienzo de la maravillosa Cantata Riojana, plasmada por David Gatica y Ramón Navarro, expresan poéticamente el drama de una Rioja dominada por “Hombres con nombres y apellido y codicia”.

                En 1968 llega a la Rioja, Monseñor Enrique Angelelli. “Un hombre de Tierra adentro, que quiere ser un riojano más”. Identificándose con su pueblo.

Obispo y Pastor bueno, siguiendo a Jesús de Nazaret, conmovido por esta provincia despojada, con coraje profético expresa en sus prédicas: En la Rioja “la tierra es para todos, el agua es para todos, el pan es para todos”.

En 1974 responde Wenceslao Pedernera, junto a Coca, su esposa, y sus tres hijas, a este clamor del Pastor Bueno. Deja la seguridad de un empleo, el liderazgo entre sus compañeros, el cobijo de una casa, la protección de una familia que lo acogió. Así los cinco abandonan el suelo mendocino para  incorporarse a este sueño riojano, de una tierra de todos y para todos. Deseo profundo del hombre de campo. Vida de Familia en comunión. Tierras con familias en ella, y familias riojanas con tierras. Sueño de Dios, presencia del Reino.

                En una mañana del mes de Octubre, en el medio del Valle de Vichigasta, a la sombra de un viejo algarrobo, alrededor de una pequeña mesa de tablas, junto al horno de barro que ofrecía su pan, me encontré con ellos. Yo venía del asfalto, de la gran Ciudad, donde “todo es mentira”, al decir de Angelelli en sus poemas. Llegaba para unirme al camino, buscando sentidos, rastreando verdades, donde desplegar mi vida.

                Al verlos allí, en esa intemperie, me preguntaba: ¿Que sueño tan grande puede movilizar a este hombre esposo y padre, que lo trajo a esta Parcela de la “Buena Estrella”. Campo abandonado, con solo dos piezas con precarios techos de chapa, ni baño ni cocina?. ¿Qué belleza pudo encontrar este campesino en esta tierra desolada? ¿Qué sed tan profunda como la tiene la tierra de este valle, deseosa del agua abundante y clara, animaría su esperanza?. ¿Qué “tesoro escondido” pudo movilizar su vida?

Wenceslao Pedernera, don Miguel y
el P. Gonzalo Llorente (cuando tenia 19 años)


                Mirando a la distancia después de su Martirio Pascual,  como miraron la Vida de Jesús sus discípulos y seguidoras, hoy puedo confirmar estas respuestas:

Solo un hermano que abrió su oído y su mirada a  “una Iglesia que tocaba campanas” en el corazón de los hacheros, obrajeros, jornaleros, de las luchadoras familias campesinas; Sólo él animoso militante del Movimiento Rural de Acción Católica, con su esposa y sus hijas, pudo dejar su seguridad, para sumarse al camino de una Diócesis que puso sus pies en la tierra de su pueblo.  

Solo un Cristiano Campesino como Wences, movilizado por el aliento de Jesús, pudo unir tan generosamente su profundo amor a la agricultura, al anhelo conspirador de sus hermanos y hermanas pequeños, de poseer la tierra. Sueño insolente de desposeídos, en su Sañogasta semi feudal.

 Solo un hombre de Dios como él, silencioso y paciente, que sabía de siembras y sus tiempos, con la esperanza puesta en la cosecha; pudo ser tan profundamente libre, tan tozudamente perseverante, con la libertad y perseverancia que solo los pobres pueden tener.

“No salgas” le dijo con temor su esposa Coca. “Puede ser alguien que nos necesita…”, respondió Wence. Al abrir la puerta las balas del odio, de la ambición y el pecado, mataron su cuerpo, pero no su vida. 

El Beato Wenceslao Pedernera sigue vivo en medio de nosotros. Sigue vivo, interpelando nuestra marcha eclesial. Sigue vivo, intercediendo por las familias campesinas riojanas, sus organizaciones, sus dolores y esperanzas.

Vive, junto a Carlos y Gabriel, con Monseñor Angelelli, en el Reino de la Vida Plena. Ellos viven entre nosotros, regalo generoso del Padre!


Testimonio del P. Gonzalo Llorente,
sacerdote de la diócesis de La Rioja


Publicaciones anteriores:

1° Semana de los Mártires (A): "La mesa como imagen del Reino"


1° Semana de los Mártires (C): "La Mesa" - Peteco Carabajal
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Agradecemos:

Al P. Gonzalo Llorente por este testimonio compartido de su experiencia vivida junto a Wenceslao Pedernera.
A Alexis Rosales, seminarista de la diócesis de La Rioja, quien hizo la propuesta de vivir el "Mes de los Mártires" a través de este blog.
Centro Tiempo Latinoamericano, por sumarse a la difusión de estas publicaciones. 
A todos los que están realizando este camino digital con lo mártires riojanos.

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