sábado, 9 de noviembre de 2019

"Este es el Amigo que no falla" - Homilía Dominical de Monseñor Angelelli


Obra de Ada Mercedes Cid


Macabeos 7,1-2.9-14. / Salmo 17(16),1.5-6.8.15. / Tesalonicenses 2,16-17.3,1-5.

Evangelio según San Lucas 20,27-38.

Se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin tener hijos. El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él".


Homilía de Monseñor Enrique Angelelli, 8 de Noviembre de 1972 (Domingo 32 Ciclo C)

Acabamos de escuchar del Apóstol San Pablo, en la carta que les dirigió a los cristianos de Tesalónica, lo siguiente: "Hermanos: que N.S. Jesucristo y Dios nuestro Padre que nos amó y nos dio gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, os reconforte y fortalezca en toda buena obra y en toda palabra buena" (Tes 2,15). Y así es; "yo sé en Quien creo y en Quién he puesto mi confianza", nos dice el mismo Pablo en otro pasaje de la Escritura. Hoy necesitamos los hombres, poder decir esto de Pablo; poder apoyarse en quien no puede fallar; necesitamos descubrir la dimensión del amigo y lo que significa el amigo en la vida; necesitamos estar seguros que nos apoyamos en una Roca y no en arena que se la lleva el viento y es escurridiza.

Vivimos situaciones en la vida, donde la palabra parecería que ya no tiene valor; en que el "otro" no sé si es digno de confianza o un delator; vivimos el desencuentro entre hermanos, entre compatriotas, entre grupos; entre hermanos en quienes nunca creíamos encontrar la infidelidad o la traición. Y Pablo, en su vida, como innumerables hombres sellados por el bautismo, pueden decir: "Yo sé en quién creo y en quién he puesto mi confianza". Sé por qué he jugado mi vida y he renunciado a valores humanos para servir mejor a mis hermanos. 

Y porque a veces no podemos hacer esta afirmación de sabernos seguros en Quién, en la vida, nos apoyamos, porque hasta Cristo ya no es el Señor y el Amigo de la mente y el corazón nuestros, destilamos con nuestras palabras, con nuestras actitudes, con nuestras acciones, la inseguridad, el miedo y la frustración de nuestra vida. 

Recuerdo que una tarde el Papa Juan XXIII - Juan el Bueno- le decía a un intelectual francés, mientras le enseñaba el Observatorio Astronómico de Castelgandolfo: "Mire, le decía, esos sabios astrónomos, para guiar a los hombres se sirven de instrumentos complicadísimos; yo no los conozco; me contento, como Abrahám, con avanzar en la noche, un paso tras otro, a la luz de las estrellas, a la luz de la estrella de la Fe". Ésta era la transparencia del alma de Juan el Bueno. El mismo que nos cuenta que una noche no podía dormir agobiado por los problemas de su misión universal. De pronto, se pregunta: pero bueno ... ¿quién es el gobierno de la Iglesia? ¿Eres tú, Juan, o es el Espíritu Santo? .. Como es el Espíritu Santo ... duerme Juan.
Como ven, lo importante es ser lúcido y dóciles al Espíritu de Dios para percibir lo que Él realiza en el corazón de cada hombre y de todos los hombres, en el corazón de la comunidad cristiana y en el mundo.Y un 25 de Enero de 1959, impulsado por el Espíritu Santo, convocaba a todos los cristianos a un Concilio Universal. He traído estos hechos porque nos ayudarán mejor a comprender lo que dice el apóstol Pablo: "Sé en Quién creo y en Quién pongo mi confianza".

Acaba de clausurarse un Sínodo Universal en la Iglesia. En el mismo, dos elementos han intervenido: Dios y los hombres cargados con una misión de servicio del Evangelio. Hace cinco años se clausuraba ese Concilio convocado por el Papa Juan y se lo lanzaba al mundo que busca afanosamente su identidad, el verdadero sentido de la vida, "razones para vivir y para esperar". En cinco años, cuántas cosas vividas en la Iglesia y en el mundo; cuántos acontecimientos alegres y dolorosos; cada día parecería que las "angustias y los dolores, las alegrías y las esperanzas" de toda la humanidad le dan un lanzazo al costado de la Iglesia, le dan un lanzazo al corazón de cada cristiano, para que le aseguremos lo del apóstol Pablo: "Sé en Quién creo y en Quién puse mi confianza". Cristo es el Liberador y Salvador en el sentido bíblico, y es Quién le dará a cada hombre el sentido de su vida; pero ese Cristo habla por la voz o en los silencios de cada hombre, de cada uno de nosotros, de ustedes que están solos en el interior de La Rioja.

Amigo, Éste es el Amigo que no falla; Éste es el Dios hecho carne en su carne. Éste es el Cristo crucificado mientras usted y yo, nos llamemos opresores u oprimidos, buscamos dolorosamente el día de nuestra resurrección, de nuestra pascua. No crea que es sin importancia lo que le sugiero; píenselo. Aquí, en Él, debemos buscar las soluciones para confraternizar, para construir la paz.

Con el Concilio se ha cerrado definitivamente una época y se ha abierto otra. Un nuevo Pentecostés sacude a la Iglesia y al mundo; todas las esclavitudes y todo dolor busca el camino de una "nueva tierra y nuevos cielos". Son sistemas que caen definitivamente abriéndose paso a otros nuevos que exigen la creatividad nuestra. Se hará con mucho dolor porque el pecado y las estructuras de pecado seguirán obstruyendo el paso a una nueva comunidad de hombres que nos amemos y juntos construyamos la felicidad de todos. No crea que le digo frases bonitas para los hombres de esperanza; no es una utopía, es la gran tarea exigida de cada cristiano, de cada hombre que no renuncia a tener un corazón recto y limpio. A usted y a mí se nos exigirá ojos limpios para ver, manos limpias para construir, corazón limpio para amar, lengua limpia para anunciar la Buena Nueva de Salvación, oídos abiertos para escuchar el clamor de Dios en cada riojano que ha sido creado por Dios para participar de la misma mesa donde no falte ni el pan que alimenta los cuerpos, ni la Eucaristía que da vigor a la vida y estrecha a los hombres en hermanos.

El domingo pasado decíamos que toca a las comunidades cristianas discernir a la luz de la Fe, los hechos y los acontecimientos de la vida diaria y buscar las soluciones culturales, sociales, políticas y económicas que cambien el actual estado de cosas. Cuando en repetida veces, dijimos que hemos optado por una pastoral liberadora de nuestro pueblo, no es más que tratar de hacer realidad lo que el Magisterio de la Iglesia nos exige a todos los cristianos. Comprendemos las distintas reacciones que un cambio cada vez más profundo va reclamando de todos nosotros si queremos ser fieles al Evangelio. Todos sabemos que lo que se hace en la mentira, en el aprovechamiento de posiciones o factores de poder mal ejercido, no construye, destruye y ahonda el dolor de un pueblo. Ayudemos a que todos los esfuerzos sanos, honestos, rectos y desinteresados para solucionar los problemas de nuestro pueblo, sirvan para ir construyendo una sociedad según el Plan de Dios. Como cristianos, jugarnos para construir una Rioja nueva, no es ajeno a la Fe; es una exigencia; es un deber y un desafío de la hora histórica en que vivimos.

Me pregunto: ¿por qué se hace tan difícil y casi un Vía Crucis conjugar el sufrimiento de nuestro pueblo al buscar soluciones que den respuestas a los problemas graves en que vive? ¿Solamente son factores naturales? ¿Están en juego otros intereses que detienen la marcha? Si cada día vamos perdiendo cada vez más la confianza en el hombre, y se convierten en el pan de cada día la delación y la represión, pensemos a tiempo, que por este camino no construiremos; ahondaremos un sentido de frustración que puede tomar cualquier camino.


Hasta el domingo.







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