sábado, 6 de octubre de 2018

Homilía dominical “Iglesia Doméstica” - "No al Machismo" - Monseñor Angelelli


Lecturas del día: 

Génesis 2,18-24.
Salmo 128(127),1-2.3.4-5.6.
Carta a los Hebreos 2,9-11.


Evangelio según San Marcos 10,2-16.

Se acercaron algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le plantearon esta cuestión: "¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer?". El les respondió: "¿Qué es lo que Moisés les ha ordenado?". Ellos dijeron: "Moisés permitió redactar una declaración de divorcio y separarse de ella". Entonces Jesús les respondió: "Si Moisés les dio esta prescripción fue debido a la dureza del corazón de ustedes. Pero desde el principio de la creación, Dios los hizo varón y mujer. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre, y los dos no serán sino una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido". Cuando regresaron a la casa, los discípulos le volvieron a preguntar sobre esto. El les dijo: "El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra aquella; y si una mujer se divorcia de su marido y se casa con otro, también comete adulterio". Le trajeron entonces a unos niños para que los tocara, pero los discípulos los reprendieron. Al ver esto, Jesús se enojó y les dijo: "Dejen que los niños se acerquen a mí y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos. Les aseguro que el que no recibe el Reino de Dios como un niño, no entrará en él". Después los abrazó y los bendijo, imponiéndoles las manos.

Homilía:

SALUDOS:
            Enfermos, ancianos, a los pueblos del interior, saludo a los delegados de Turismo y Turismo Social. Viajeros.
            Fiestas Patronales: Machigasta, Campanas, Amaná, Tilimuqui, Villa Unión, Potrero Grande (Jagué) Tama, Santo Domingo. Sra. de Vaguel, 60 años Pereyra.

            Venimos hablando permanentemente del Año Santo, todavía hay mucho por decir, porque vivirlo no es solo y principalmente realizar ceremonias litúrgicas, sino que es lograr un cambio profundo en la vida, de esto no nos cansaremos de repetirlo, un cambio de vida que nos haga verdaderos testigos del Evangelio de Cristo con una apasionante participación en la vida y misión de la Iglesia. Participación que sea a la vez, delicada, intensa, comprometida, fiel, fructuosa alegre y contagiante.
            Por eso, como decíamos el domingo pasado, en La Rioja tenemos el privilegio de tener “encuentros de pueblo” en las variadas y múltiples preparaciones y novenarios de las Fiestas Patronales. Las debemos aprovechar muy bien. Una Novena Patronal es un tiempo especial de gracia que nos regala Nuestro Padre Dios. Es tiempo para conocer y reflexionar más el Evangelio y desde allí iluminar la vida personal y la de nuestros pueblos y comunidades, es tiempo de mayor oración personal y comunitario, es tiempo para revisar lo que se nos exige hoy para vivir hermanados como ciudadanos, es tiempo de reconciliación interior para tener paz en la conciencia y reconciliarnos como miembros de una familia, como vecinos, como hijos del pueblo donde vivimos, es tiempo de creatividad para buscar juntos las soluciones a los problemas que tenemos en los pueblos y comunidades, es tiempo de hacer madurar la Fe por el conocimiento de la doctrina y por la mayor participación en los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. Es el tiempo del encuentro alegre de parientes y amigos que regresan al pueblo después de mucho tiempo, es tiempo de acogida.
            Hoy, las Lecturas Bíblicas de esta Misa Radial, centra su atención sobre el MATRIMONIO. Sobre esto hay mucho por hablar. Nos limitaremos a hacer algunas reflexiones para que en el seno de cada hogar riojano se viva esta gracia extraordinaria del Año Santo. Así como esperamos que este Año Santo sea un nuevo Pentecostés para la Iglesia y para el mundo, así esperamos que lo sea para cada hogar de nuestra diócesis. Que en cada familia riojana se sienta y se palpe la presencia viva del Espíritu Santo, que renueva, que purifica de todo egoísmo de toda infidelidad de toda desconfianza de toda falta de amor y felicidad.

            Porque a la familia se la llama, también, “Iglesia Doméstica”, es esta Iglesia Doméstica, la que tiene que experimentar los frutos de la Reconciliación y de la Renovación, como fruto también de diez años de Concilio. Es en esta Iglesia Doméstica en donde tiene que ir creciendo más la Fe, la Esperanza y el Amor, entre los esposos; entre padres e hijos; entre los hijos, que son el fruto de un encuentro hecho sacramento de Cristo, en la unión matrimonial. Hoy, por desgracia, las familias sufren muchos y graves problemas; unos nacidos del mismo seno familiar; otros que le vienen desde afuera. Hay males que son verdaderas enfermedades morales y que impiden a los hogares que sean felices. A veces se vive más un clima de agresividad que de paz, un clima de desencuentro que de amor y cariño, un clima de sufrimiento que de alegría y felicidad. Es bueno que se analicen las causas por qué suceden estos males y no tardar para ir poniéndole remedio.
            Porque, amigos, la Familia, nos enseña la Iglesia, debe ser una escuela formadora de personas rectas y equilibradas, una escuela educadora de la Fe y una escuela de auténtica liberación integral. Así iremos concretando caminos seguros para que nuestras familias sean felices y focos de felicidad y de paz, sólo así nuestra comunidad política tendrá ciudadanos que le brinden generosamente lo que ella reclama y necesita. Muchos males y sufrimientos que padecemos, hay que buscar sus causas, en el seno de los hogares. Es deber de los padres crear un clima de familia animado por el amor, por la piedad a Dios y a los hombres, que favorezca la educación íntegra, personal y social de los hijos. En el clima de afecto mutuo, de confianza, intimidad, cariño, respeto y libertad, se plasmarán personalidades fuertes y equilibradas para la sociedad.
            En lo que hace a la Fe, los esposos cristianos, son para sí mismos, para sus hijos y demás familiares, cooperadores de la gracia de Dios y testigos de la Fe. Son para sus hijos los primeros predicadores de la fe y los primeros educadores. Misión que deberá ser cumplida con la ayuda de Dios, con la palabra y con el ejemplo.
            Es en la familia donde se debe comenzar a educar para la liberación integral y conforme a lo que quiere Dios, así haremos hombres y ciudadanos auténticamente libres, ciudadanos con personalidad y comprometidos, y no hombres que fácilmente entregan su dignidad por un plato de lentejas, por una dádiva o por un poco más de status social. La familia es la primera escuela de las virtudes sociales; es la primera experiencia de sana sociedad humana; luego los hijos se introducen poco a poco en la sociedad civil y en la Iglesia. La familia es la escuela del más rico humanismo, dice el Concilio y el humanismo completo es el desarrollo integral o la liberación integral “dice el Papa Pablo VI (P.P. Nº 16).

            Pero, lo decíamos antes, todos sabemos de los graves problemas que sufren nuestras familias, especialmente las más marginadas de la vida de la comunidad. Problemas de tipo morales, económicos, problemas de salud física y psíquica; problemas generacionales de padres e hijos. Sabemos también de la angustia en que viven muchos padres, por no decir la mayoría, para poder afrontar las soluciones de estos problemas. Junto a profundas alegrías se viven en los hogares profundos sufrimientos; de diferente origen, que repercuten en el mismo hogar y en la misma sociedad donde se vive, se realiza la responsabilidad que se tiene. Si bien es cierto que hay problemas que deben ser afrontados solamente en el seno del hogar o en la intimidad matrimonial, sin embargo, la mayoría de ellos, deben ser afrontados por todos; es decir, que es tarea de toda la comunidad; es tarea tanto en el orden oficial como en el privado. Hoy todos los problemas toman dimensión universal. Cuando obramos así, lograremos tener los hogares y las familias que reclaman la Rioja y la Patria. Y bendecimos a Dios contar, junto a graves problemas materiales, un acerbo de valores y virtudes familiares en nuestra comunidad diocesana y riojana que no puede ser dilapidada, ni que falsos mercaderes, comercien con la inocencia, con la virtud y con los valores morales y cristianos de nuestras familias. En esto, padres de familia y cuantos tenemos responsabilidad en la comunidad, debemos ser vigilantes para que ni nos engañemos ni engañemos a los hijos, que por otra parte ya no se engañan tan fácilmente.

            A modo de ayuda y, a la vez, por exigencia de mi responsabilidad, señalaremos algunos de estos males. Aunque pueda parecer duro, es bueno ir eliminando eso que se ha dado en llamar “machismo” en el hombre. Lejos de hacernos más hombres, nos disminuye y muchas veces nos degrada moralmente. La mujer no es una “cosa” que se la usa, es una persona, igual al hombre, con una misión propia dada por Dios, con una dignidad; profanarla es profanar el templo de Dios. No hay una moral para el hombre y otra para la mujer a veces con apariencia de defensores de la Fe. Parecería que en la vida personal, como hombres, fuésemos unos convencidos de que al hombre se le permite “algunas” cosas.  Amigos, hermanos. Obrar así, es hacer desgraciado un hogar y a la misma sociedad donde actuamos. 

Otra enfermedad moral es la Infidelidad. Ustedes saben que a Dios no lo engañamos aunque engañemos a los hombres, el fruto de esta manera de obrar es recoger un hogar desgraciado, no feliz, o aparentemente feliz. Cuántas lágrimas se evitarían si esta enfermedad moral no existiese en el hogar. Creen que es una ilusión. Para Dios no lo es y para los hijos es felicidad.
            Otro problema que afecta a la familia es la falta de preparación de las parejas que llegan al matrimonio. Ustedes lo saben muy bien todos responsables, no sólo los novios, de esta inmadurez y falta de preparación para asumir responsabilidades serias como son ser esposos y padres. En muchos casos, por desgracia, al poquito tiempo de casados advierten que no se quieren, que no se entienden, que no todo era “luna de miel”, que desde lo sagrado de la intimidad matrimonial hasta las relaciones como pareja y como padres son prácticamente desconocidas; no digamos las responsabilidades que se asume como cristianos por todo lo que dijimos antes.
            Hoy, cobra de nuevo la realidad divorcio, problema que necesita lugar especial por ser complejo. Pero lo señalamos. Como señalamos otro mal que es verdadero crimen: El Aborto, las consecuencias personales y sociales son funestas. Quien paga las consecuencias es la Familia.
            Quisiera señalar, también, que llega a tanto la ceguera, a veces, que no advertimos cómo se derrumba el edificio de la familia y los valores de nuestra comunidad. Hoy seguimos por desgracia, hasta aplaudiendo a quienes pareciera tener como misión corromper nuestras familias, nuestra juventud y escandalizar a nuestra niñez. Más le valiera que se atara una rueda de molino al cuello que escandalizar... dice el Señor. La droga, el juego, la usura, el comercio de la mujer, hoy se lo quiere cubrir con la defensa de la Fe y con la lucha contra toda ideología extrema. Amigos: los llamamos a la conversión, no dañen a nuestro pueblo utilizando los factores de poder de que gozan.
            Quisiera finalizar esta homilía radial haciendo una recomendación y un pedido a todos los sacerdotes, especialmente a quienes les he confiado la responsabilidad pastoral de atender comunidades: Esmeren el ministerio sacramental, especialmente en el sacramento del matrimonio y en el de la penitencia, ayuden a que el Año Santo penetre el corazón de cada familia riojana, sean exigentes en la preparación matrimonial de las parejas, ayuden a la juventud, para esta gran responsabilidad de ser mañana: esposos y padres, que sepan dar a sus hijos razones por qué vivir y razones porque deben ser hombres de esperanza.
            Que este mes, dedicado a la Santísima Virgen del Rosario, esta tradicional oración mariana tenga esta intención.


MISA RADIAL - 7 de octubre de 1973      (Fiesta de la Virgen del Rosario) - Mons.Angelelli



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