viernes, 16 de diciembre de 2016

LA CANONIZACIÓN DEL SANTO CURA BROCHERO - "Anuncio de una firme esperanza" -Pbro. Ángel Hernández

Al cumplirse dos meses de la canonización de Cura Brochero, el Pbro. Ángel Bartolomé Hernández
(Rector del Colegio Sacerdotal Anrgentino en Roma) nos comparte el siguiente texto:

Anuncio de una firme esperanza




“…nos ha elegido en él, antes de la creación del mundo,
para que fuéramos santos
e irreprochables en su presencia, por el amor..” Ef 1,4

Cuando cada lunes, en la liturgia de las vísperas, cantamos o recitamos ésta palabras, tomadas del hermoso himno paulino, nos parece un ideal muy lejano y cumplido solo en algunos.
“Elegidos para ser santos”. Al decir “elegidos” o bien “llamados” nos sentimos involucrados, es algo que nos toca también a todos los que entendemos la vida cristiana como una vocación. Cuando decimos “santos” pensamos en aquellos a quienes la iglesia nos presenta como modelos. Pero no nos atrevemos a pensar que cada uno de nosotros ha sido querido por Dios no sólo como llamado, sino también como santo. Andando más adelante decir “irreprochable”  (en algunas traducciones inmaculados) la sensación es de más lejanía y quizá el calificativo lo pensamos sólo como realizado en una persona, la Santísima Virgen María.
Entonces surge la pregunta ¿será posible que se realice, también en mí el designio de Dios cantado por Pablo en su himno?
La reciente canonización del Santo Cura Brochero ha sido para los argentinos un motivo de gran alegría. Hemos traído a la conciencia el don, la gracia, lo que Dios puede hacer en una persona que se toma en serio su vocación cristiana y dejar a Dios hacer.
“El santo no nace, se hace”. Este proverbio seguramente lo hemos escuchado. Es verdad, la santidad es una elección-vocación, por eso Pablo dice “elegidos para ser santos” y es una tarea, el mismo apóstol dice “los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido” (Ef 4,1). Es acoger activamente. Es disponerse para que Dios obre y obrar con Dios, como dócil instrumento.
La tarea de quien quiere vivir de manera digna la vocación a la santidad consiste ante todo en caer en la cuenta de que ésta es la gran oportunidad de hacer de su vida algo grande.
Cuando José Gabriel del Rosario hace sus primeros Ejercicios Espirituales entendió muy cabalmente que él como hombre ha sido creado para alabar, para hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor y, mediante esto salvar su alma (cfr. Ejercicios Espirituales, 23).
¿Quién puede llegar a tal conciencia? Quien ante todo siente muy presente a Dios. Se da cuenta, entra en su Presencia, se estremece ante sus palabras, se estremece ante la santidad de Dios. Y cuando sale de esa experiencia todo le parece en orden. Él para Dios y todas las cosas a su servicio para que alcance ese fin.
“… las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre, y para que le ayuden en la  prosecución del fin para que es criado” (EE, 23).
El proyecto está hecho, ahora hay que comenzar la obra. Ocupará toda la vida y se pasará por diversos estadios. El entusiasmo del inicio, la fatiga del perseverar, los obstáculos que paralizan, el recomenzar con alegría, el echar los cimientos que quedarán enterrados y desconocidos, colocar con paciencia parte, buscar la belleza de las formas y la utilidad de cada espacio, culminar la obra y abrirla al servicio de los demás. Ocupa toda una vida. En efecto el santo Dios no lo hace en un solo día. El santo no responde sólo una vez, va respondiendo cada vez que siente la Voz interior, va buscando un Rostro, va intuyendo y gustando una presencia. Se va derramando como perfume y soltando poco a poco lo más precioso del aroma.
Nuestro santo Cura Brochero nos trae de nuevo el mensaje que tantas veces transmitió a los suyos: “miren para qué han sido creados”, es decir descubran que su vocación es la santidad. Su canonización nos ha permitido releer su vida y darnos cuenta que eso que Dios hizo en Él lo puede también hacer en nosotros si queremos y adherimos decididamente a su proyecto.
La Purísima nos alentará testimoniando que Dios hace cosas grandes en los humildes y pequeños.

“Que él ilumine sus corazones,
para que ustedes puedan valorar la esperanza a la que han sido llamados,
los tesoros de gloria que encierra su herencia entre los santos,
y la extraordinaria grandeza del poder con que él obra en nosotros,

los creyentes, por la eficacia de su fuerza”  Ef 1,18,19

Pbro. Ángel Bartolomé Hernández
Rector del Colegio Sacerdotal Anrgentino en Roma


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