domingo, 29 de marzo de 2020

5° Domingo de Cuaresma - “CREO EN JESUCRISTO, CREO EN LA VIDA”- MONSEÑOR ANGELELLI



Queridos amigos en este quinto domingo de Cuaresma, queremos compartir con todos ustedes una propuesta para vivir un momento de oración en casa (Descargar aquí).  (Material elaborado por la editorial "Alégrense" el grupo "Encontrarnos")

También te compartimos el Evangelio del día y una homilía de Monseñor Enrique Angelelli, obispo y mártir.

Al final esta publicación encontraras  una canción "Lázaro de Betana" del P. Eduardo Meana.

Feliz y bendecido domingo para todos!!!


Lecturas del día:

Ezequiel 37,12-14. / Salmo 130(129),1-2.3-4ab.4c-6.7-8. / Romanos 8,8-11.

Evangelio según San Juan 11,1-45.

Había un hombre enfermo, Lázaro de Betania, del pueblo de María y de su hermana Marta. María era la misma que derramó perfume sobre el Señor y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el que estaba enfermo. Las hermanas enviaron a decir a Jesús: "Señor, el que tú amas, está enfermo". Al oír esto, Jesús dijo: "Esta enfermedad no es mortal; es para gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella". Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. Sin embargo, cuando oyó que este se encontraba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba. Después dijo a sus discípulos: "Volvamos a Judea". Los discípulos le dijeron: "Maestro, hace poco los judíos querían apedrearte, ¿quieres volver allá?". Jesús les respondió: "¿Acaso no son doce las horas del día? El que camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; en cambio, el que camina de noche tropieza, porque la luz no está en él". Después agregó: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy a despertarlo". Sus discípulos le dijeron: "Señor, si duerme, se curará".
Ellos pensaban que hablaba del sueño, pero Jesús se refería a la muerte. Entonces les dijo abiertamente: "Lázaro ha muerto, y me alegro por ustedes de no haber estado allí, a fin de que crean. Vayamos a verlo". Tomás, llamado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: "Vayamos también nosotros a morir con él". Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros. Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas". Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará". Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día". Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?". Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo". Después fue a llamar a María, su hermana, y le dijo en voz baja: "El Maestro está aquí y te llama". Al oír esto, ella se levantó rápidamente y fue a su encuentro. Jesús no había llegado todavía al pueblo, sino que estaba en el mismo sitio donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban en la casa consolando a María, al ver que esta se levantaba de repente y salía, la siguieron, pensando que iba al sepulcro para llorar allí. María llegó a donde estaba Jesús y, al verlo, se postró a sus pies y le dijo: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto". Jesús, al verla llorar a ella, y también a los judíos que la acompañaban, conmovido y turbado, preguntó: "¿Dónde lo pusieron?". Le respondieron: "Ven, Señor, y lo verás". Y Jesús lloró. Los judíos dijeron: "¡Cómo lo amaba!". Pero algunos decían: "Este que abrió los ojos del ciego de nacimiento, ¿no podría impedir que Lázaro muriera?". Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: "Quiten la piedra". Marta, la hermana del difunto, le respondió: "Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto". Jesús le dijo: "¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?". Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado". Después de decir esto, gritó con voz fuerte: "¡Lázaro, ven afuera!". El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desátenlo para que pueda caminar". Al ver lo que hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.

Homilía de Monseñor Enrique Angelelli (16 de marzo de 1975):

Estamos en el quinto domingo de cuaresma. Los textos de hoy son: Ezequiel (37, 12-14). Carta a los Romanos (8, 8-11). Evangelio de Juan (11, 1- 45). El recorrido austero y penitente de la Cuaresma llega a su término. Estamos en vísperas de la Semana Santa. Nuevamente el misterio central del cristiano: la Muerte y la Resurrección de Cristo. La Semana Santa nos vuelve a hacer como un desafío al recordarnos la PASIÓN – MUERTE - RESURRECCIÓN de Cristo en su genuino valor. No recordamos solamente, sino que lo debemos vivir, actualizado, hoy, en nosotros y para nosotros. Así lo vivirán en cada comunidad parroquial y en ese el encuentro cristiano que se hace cada año en el “Señor de la Peña”.

Hoy, seguimos repitiendo de diversas maneras, la pregunta angustiada de Marta a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto...”. Jesús, también a nosotros, nos sigue diciendo: “YO SOY LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA”, quien cree en Mí, aunque haya muerto, vivirá... el que está vivo y cree en Mí, no morirá para siempre... ¿CREES ESTO? nos pregunta Jesús. Nosotros, con Marta y María lo queremos decir: “creemos, Señor, que eres la resurrección y la vida”. Y Jesús nos continúa diciendo: “Yo soy el Pan de la Vida” ( Jn. 6,35). “Yo soy la Luz del Mundo” ( Jn. 8,12); “Yo soy la puerta para las ovejas” ( Jn. 10,7). “Yo soy el Buen Pastor” ( Jn. 10). “Yo soy la verdadera vid” ( Jn. 15); “El que es de Dios, escucha la Palabra de Dios: si ustedes no la escuchan, es porque no son de Dios” ( Jn. 8,47); “El que es fiel a mi palabra, no morirá jamás” ( Jn. 8,52). Y con el ciego de nacimiento le decimos: “Creo Señor...” ( Jn. 9,35-38).

Hoy, todos nos deberíamos hacer estas preguntas:

¿Qué es creer? ¿Qué es tener la fe cristiana?
¿Qué es creer en Jesucristo Muerto y Resucitado por nosotros los hombres?
¿Qué es ser hijo de la Iglesia de Jesucristo?
¿Creemos que Jesucristo es la Resurrección y la Vida?
¿Qué significa hoy para nosotros, el bautismo, la confirmación, la comunión, la confesión de nuestros pecados, el matrimonio sacramental, el sacerdocio, la unción de los enfermos?
¿Qué sentido tiene para nosotros la vida y la muerte? ¿No nos preocupa?
¿Somos indiferentes? ¿Tenemos temor de afrontar estas preguntas?
¿Creemos que son inventos de los curas?, ¿Entretenimientos piadosos de nuestras madres y abuelas? ¿Nos sentimos hombres creyentes u hombres incrédulos?
¿Qué tiene que ver la fe cristiana con la vida de todos los días?
¿Es un asunto solamente para las fiestas patronales y las fiestas de San Nicolás?

La incredulidad no se manifiesta solamente por la simple indiferencia. La incredulidad manifestada en los fariseos del evangelio, quiere la muerte de aquel que proclama la verdad. La oposición a la verdad no pertenece sólo al plano teórico, sino que es activa y pretende eliminar la luz. Las tinieblas luchan contra la luz. Dice Jesús: “en esto consiste el juicio; la luz vino al mundo y los hombres no la recibieron, prefirieron las tinieblas, porque sus obras eran malas. Todo el que obra el mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz y de ese modo manifiesta que sus obras han sido hechas en Dios” ( Jn. 3, 19-21). Todo lo que venimos diciendo nos ayuda mejor a comprender lo que se nos dijo el Miércoles de Ceniza: “CONVIÉRTETE Y CREE EN EL EVANGELIO”. Creer en el Evangelio es creer que JESÚS ES LA RESURRECCIÓN Y LA VIDA, que nos hace testigos de la resurrección y de la vida a nosotros cuando nos hizo cristianos por el bautismo. Cuando bautizamos un niño, hacemos un testigo de la resurrección y de la vida, como Jesús. Lo importante es examinarnos si lo somos en nuestra conducta diaria, ahora que somos grandes. No sólo cuando vamos a las novenas y a las fiestas patronales, sino en el hogar, en el trabajo, en las relaciones entre nosotros.

En este pasaje del Evangelio, en el cual Jesús llama a su amigo Lázaro de la muerte a la vida, debemos acrecentar el deseo ardiente de que somos llamados para construir la vida; que la construimos con la esperanza de cada día; con la fuerza del caminar juntos; buscando juntos las razones porque vivimos, creemos y esperamos. Lo importante es reflexionar si pretendemos construir la vida con una escala de valores, que lejos de construirla, la destruye.

¿Cuáles son nuestros criterios para vivir? ¿Aprovecharnos de los demás o ser serviciales, amigos, hermanos, generosos, solidarios los unos de los otros? ¿Ayudamos a los que más necesitan o nos aprovechamos de ellos porque son débiles, sin voz y sin fuerza? ¿Esto es lo que quiere Cristo al habernos llamado a ser cristianos? Esta es la voluntad de nuestro Padre Dios: “que todos los hombres tengan vida y la tengan en abundancia”. Esta VIDA nos viene por Jesucristo. Decir creo en Jesucristo es decir: CREO EN LA VIDA. La esperanza en la vida es seguridad, confianza, ánimo, coraje, optimismo. Esta esperanza cristiana exige la cruz. Nace cuando humanamente todo se quiebra y oscurece, como en la Pasión y Muerte de Jesús. Por eso no es nada cómoda ni fácil. Supone “constancia”, “virilidad”, “perseverancia”. El Espíritu Santo la afirma en nosotros como virtud activa y creadora. Una Iglesia que grita la esperanza y la vida es una Iglesia que anuncia lo definitivamente “nuevo”. Por lo mismo, lo definitivamente “justo”. Una Iglesia que anuncia y grita la esperanza es una Iglesia que sigue creyendo en la fuerza transformadora del Evangelio. Es una Iglesia comprometida en el servicio integral de su pueblo. Hoy, cuando analizamos nuestra realidad concreta de todos los días, se hace más urgente levantar la voz de la esperanza y seguir anunciando que lo definitivamente valedero es construir la vida. Vivir en la esperanza es creer fuertemente en el Señor, en su presencia y acción, y luchar evangélicamente por cambiar algo todos los días.

No construimos la vida, cuando:
- impedimos que los hombres sean hermanos,
- nos constituimos en mensajeros de la calumnia, la mentira, la injuria,
- marginamos a nuestros hermanos en provecho propio,
- no asumimos las responsabilidades del hogar como esposos, padres e hijos,
- impedimos que nuestros hermanos más pobres y necesitados económicamente tengan acceso a la educación, a la salud, a una vida digna, a un conocimiento verdadero de la Fe Cristiana,
-  usufructuamos de las responsabilidades que se nos han confiado para provecho de nuestros intereses, especialmente económicos,
-  impedimos la verdadera liberación, según Dios, de un pueblo,
- somos sembradores de desconfianza, de intrigas, de resentimientos, etcétera.
-  quitamos la vida de nuestros hermanos más indefensos, porque aún están en el seno materno, por medio del “aborto”,
- utilizamos todo tipo de violencias, físicas y morales.


Amigos: El texto evangélico de la resurrección de Lázaro, nos debe hacer pensar a todos. ¿Ayudamos a que nazca y crezca la vida o la impedimos y la hacemos morir? Hablamos no sólo de la vida biológica y material, sino de todo tipo de manifestación de vida. Alguien ha escrito: “Existen en el corazón de muchos hombres tesoros prodigiosos de amor. Hay que descubrirlos. Seguiré creyendo que la vida del hombre, la sonrisa de un hombre es más importante y vale mucho más que todas las conquistas del espacio. Seguiré creyendo en el hombre y en el amor que lo hará libre. Continuaré en la lucha todos los días, con todas las fuerzas, con todo el corazón, para que haya en este mundo menos injusticias sociales, menos dolor y menos infelicidad”. (R.F. “La dignidad del hombre”). Decía un médico español de 49 años, casado con cuatro hijos: a la pregunta de si se consideraba feliz, respondía: “me considero feliz. Feliz porque no estoy contento conmigo mismo. Feliz porque quiero hacer algo para que el mundo sea mejor. Feliz porque creo que mis hijos serán mejores que yo. Feliz porque sé que existe un Salvador, Cristo. Feliz porque creo, porque espero, porque sufro, porque amo o intento amar por lo menos.” Que estas reflexiones nos guíen nuestra semana en la reflexión.






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sábado, 21 de marzo de 2020

4° Domingo de Cuaresma - CELEBRACIÓN Y HOMILÍAS


Queridos amigos debido a la propagación del Coronavirus, en muchos países se suspendieron las misas, dispensando el precepto dominical de la misa presencial y recomendando la participación en la misa a través de distintos medios de comunicación. Aquí te proponemos las lecturas del día, una celebración familiar (elaborada por la Conferencia Episcopal Argentina) y algunas homilías para reflexionar y rezar en este cuarto domingo de Cuaresma

Lecturas del día: Samuel 16,1b.6-7.10-13a. / Salmo 23(22),1-3a.3b-4.5.6. / Efesios 5,8-14.


Evangelio según San Juan 9,1-41.


Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo". Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?". Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo". Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?". El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi". Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé". El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo". Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos.
Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta". Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta". Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él". Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". "Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo". Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?". El les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este". El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada". Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron. Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?". El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?". Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando". Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él. Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven". Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?". Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece".

Descargar Celebración Familiar IV Domingo de Cuaresma


Homilías:


"Yo soy la Luz del mundo" - Cardenal Eduardo Pironio, Siervo de Dios



"La perspectiva sigue siendo la Pascua" - José Aldazabal,  SDB   


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Por último, te compartimos unas recomendaciones para vivir la misa en casa:



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miércoles, 18 de marzo de 2020

BOLETÍN MONS. ORZALI, Siervo de Dios. N° 10 "Venimos a trabajar"






A las 21hs del 13 de abril de 1912, mons. Orzali llegaba a Cañada Honda, arribaba ya a su diócesis. Al día siguiente rezó su primera misa en aquellas tierras que Dios le confiaba.

Ya en la capital sanjuanina, después de todos los protocolos previstos, el nuevo obispo de cuyo se dirigió a sus fieles con estas palabras:
«Mis amadísimos fieles ¿qué os diré?¡qué es lo que debo deciros después de la grandiosa manifestación con que os habéis dignado recibirme? No encuentro más que una palabra con qué expresar los sentimientos que me embargan en estos instantes; gracias, muchas gracias.»
«No vengo a ser servido, sino a servir. A ser todo para todos sin excepción de ninguna clase. Los ricos y los pobres, los sabios y los ignorantes, me tienen ya a sus órdenes, de día y de noche, a cualquier hora. Vengo a servir y a amar a todos, les repito, sin distinción.»

«No he de encastillarme en la Iglesia: he de salir de la sacristía, he de recorrer vuestras calles y plazas, acudir a vuestras moradas, asilos y hospitales, y a todos los centros necesitados de auxilios espirituales y materiales.»

Finalizados los homenajes en honor del nuevo pastor de cuyo, Orzali escribió su primera pastoral en la que establecía su programa de trabajo: «todo por Dios y por el prójimo.»
«Dejaremos la oración para entregarnos al trabajo. Abandonaremos el Sagrario para pasar al púlpito, al confesionario, a la cabecera del enfermo, a la choza del pobre, al periódico, a la escuela, al aula, a la cárcel, al hospital, a la morada del pecador, a la casa del justo, a la Iglesia, al taller, a la calle...»
«Venimos a trabajar. Queremos trabajar. ¿En qué? En todo lo que en general redunde en bien de las almas de nuestros amadísimos diocesanos...»
Venimos a trabajar, dijo el nuevo Obispo, y así lo hizo.



Bibliografía:

CALATAYUD, Ángel (1960). Rosas. Ediciones Rosarinas. Buenos Aires, Argentina.
CASTRO, Ana E. (1998) José Américo Orzali. Fundador, Obispo y misionero. Arzobispado de San Juan de Cuyo. San Juan, Argentina.
DE JESÚS, María Araceli. (2012). Padre y Pastor: Vida y obra de Mons. Américo Orzali. Ágape Libros. Buenos Aires, Argentina.
ENTRAIGAS, Raúl A. (1949) El Buen Pastor de Cuyo. 2da edición. Editorial Difusión. Buenos Aires, Argentina. 


Querido lector: quiero agradecerte por tu compañía y oración. Hoy cumplimos un año desde que iniciamos este Boletín en honor al Buen Pastor de Cuyo, conociendo su vida, encontramos un modelo de pastor con olor a oveja, como pide el Papa Francisco. Estamos llegando ya al final de esta historia de amor a Dios y a su Pueblo. Quiero agradecer a Vivamos Juntos la Fe, en la persona de Diego,  por el espacio brindado. Que el Padre, bondadoso y misericordioso, te conceda lo que necesites, y que el Siervo de Dios Orzali ruegue por tus intenciones. En Cristo y María, Dios te bendiga.


Martín Sillero (Seminarista de la Arquidiocesis de San Juan de Cuyo)




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domingo, 15 de marzo de 2020

"En la Samaritana, estamos representados nosotros." - Homilía de Monseñor Angelelli




Lecturas del día: Exodo 17,3-7. / Salmo 95(94),1-2.6-7.8-9. / Romanos 5,1-2.5-8.

Evangelio según San Juan 4,5-42.

Jesús llegó a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca de las tierras que Jacob había dado a su hijo José. Allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, fatigado del camino, se había sentado junto al pozo. Era la hora del mediodía. Una mujer de Samaría fue a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber".
Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La samaritana le respondió: "¡Cómo! ¿Tú, que eres judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Los judíos, en efecto, no se trataban con los samaritanos. Jesús le respondió: "Si conocieras el don de Dios y quién es el que te dice: 'Dame de beber', tú misma se lo hubieras pedido, y él te habría dado agua viva". "Señor, le dijo ella, no tienes nada para sacar el agua y el pozo es profundo. ¿De dónde sacas esa agua viva? ¿Eres acaso más grande que nuestro padre Jacob, que nos ha dado este pozo, donde él bebió, lo mismo que sus hijos y sus animales?". Jesús le respondió: "El que beba de esta agua tendrá nuevamente sed, pero el que beba del agua que yo le daré, nunca más volverá a tener sed. El agua que yo le daré se convertirá en él en manantial que brotará hasta la Vida eterna". "Señor, le dijo la mujer, dame de esa agua para que no tenga más sed y no necesite venir hasta aquí a sacarla". Jesús le respondió: "Ve, llama a tu marido y vuelve aquí". La mujer respondió: "No tengo marido". Jesús continuó: "Tienes razón al decir que no tienes marido, porque has tenido cinco y el que ahora tienes no es tu marido; en eso has dicho la verdad". La mujer le dijo: "Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre. Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad". La mujer le dijo: "Yo sé que el Mesías, llamado Cristo, debe venir. Cuando él venga, nos anunciará todo". Jesús le respondió: "Soy yo, el que habla contigo".
En ese momento llegaron sus discípulos y quedaron sorprendidos al verlo hablar con una mujer. Sin embargo, ninguno le preguntó: "¿Qué quieres de ella?" o "¿Por qué hablas con ella?". La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: "Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que hice. ¿No será el Mesías?". Salieron entonces de la ciudad y fueron a su encuentro.
Mientras tanto, los discípulos le insistían a Jesús, diciendo: "Come, Maestro". Pero él les dijo: "Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen". Los discípulos se preguntaban entre sí: "¿Alguien le habrá traído de comer?". Jesús les respondió: "Mi comida es hacer la voluntad de aquel que me envió y llevar a cabo su obra. Ustedes dicen que aún faltan cuatro meses para la cosecha. Pero yo les digo: Levanten los ojos y miren los campos: ya están madurando para la siega. Ya el segador recibe su salario y recoge el grano para la Vida eterna; así el que siembra y el que cosecha comparten una misma alegría. Porque en esto se cumple el proverbio: 'no siembra y otro cosecha' Yo los envié a cosechar adonde ustedes no han trabajado; otros han trabajado, y ustedes recogen el fruto de sus esfuerzos". Muchos samaritanos de esta ciudad habían creído en él por la palabra de la mujer, que atestiguaba: "Me ha dicho todo lo que hice". Por eso, cuando los samaritanos se acercaron a Jesús, le rogaban que se quedara con ellos, y él permaneció allí dos días. Muchos más creyeron en él, a causa de su palabra. Y decían a la mujer: "Ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el Salvador del mundo".

Homilía de Monseñor Enrique Angelelli - 2 de marzo de 1975:   

El domingo pasado concluíamos nuestra reflexión con la pregunta que San Pablo hizo al caer del caballo, en su viaje a Damasco: ¿“Señor qué quieres que haga”? Creo que si pudiésemos juntar todas las respuestas que durante la semana hemos escuchado de nuestro Padre Dios, podríamos escribir un libro con esas respuestas; son experiencias vividas y que iluminan la vida. Le agradecemos a Dios porque nos sigue hablando de diversas maneras, como lo suele hacer Él. Lo importante es saber y poder tener afinado el oído para descubrir su Voz y darle acogida a lo que nos dice. Me parece que se va como desovillando eso del comienzo de la cuaresma: “conviértete y cree en el Evangelio”. 

En este domingo; tenemos una hermosa página del Evangelio ( Jn. 4, 5-42).
Lo acabamos de escuchar. Es un diálogo de Jesús con una mujer Samaritana, junto al brocal de un pozo de agua, llamado: “pozo de Jacob”. En este diálogo tenemos la respuesta que todos buscamos para nuestra vida. También la Samaritana quiere saber de Jesús: “qué debe hacer...” En este diálogo, Jesús le responde en pocas palabras: “Si conocieras el Don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva... el agua que yo le daré salta hasta la vida eterna...”. “...los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre de los cielos en espíritu y verdad...”. “...sé que va a venir el Mesías, el Cristo, cuando él venga El nos lo dirá todo... Jesús le dice: “Soy yo, el que habla contigo...”.

“SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS”. Esta es la gran respuesta que nuestro Padre Dios nos hace a nosotros, como individuos y como pueblo, al preguntarle: “Señor, qué quieres que haga...”. Conocer el “DON DE DIOS”, es conocer a JESÚS. Jesús es el regalo que nos da nuestro Padre Dios. Este es el regalo que nos hace en el bautismo; darnos la FE, la Esperanza y el Amor en Jesús. 

Entregarnos la VIDA que Jesús nos trae de nuestro Padre Dios es el regalo que Dios quiere darnos al decirnos el miércoles de ceniza: “conviértete y cree en el Evangelio”. Esta es “el agua que salta hasta la vida eterna”: la misma vida de Dios en nosotros que nos lleva al encuentro con nuestro Padre Dios. La Vida que nos exige ser: amigos, hermanos, constructores de una sociedad distinta de la que vivimos; ver las cosas, la creación, la vida, los bienes materiales, con la misma mirada de Dios. Por eso el anuncio de Jesús es BUENA NOTICIA; éste es su Evangelio; es al que tenemos que convertir la vida individual y como pueblo. Sólo así podremos adorar a nuestro Padre del cielo en “espíritu y en verdad”, sin fingimientos; sin buscarnos a nosotros mismos; sin creernos falsos dioses; sólo así seremos hombres libres; hombres que construiremos esa anhelada paz; pero por caminos de verdadera justicia y amor a nuestros semejantes; solamente así sabremos descubrir en el rostro de cada hombre el rostro de Dios, porque ese Dios se ha hecho hombre; vive entre nosotros; camina con nosotros; somos su pueblo; toma un nombre y se llama: JESÚS. 

En la persona de la Samaritana, estamos representados nosotros. El diálogo de Jesús con la Samaritana es el diálogo que permanentemente debemos hacer los hombres de nuestro tiempo para reencontrar, si lo perdimos, o encontrar por primera vez, a Jesús. Él es la GRAN RESPUESTA a nuestra   pregunta que no nos deja en paz: “¿Señor qué quieres que haga? Como ven, es una página evangélica muy rica para reflexionarla, solos y en familia. En esta Cuaresma, Dios nos va poniendo estos pasajes evangélicos, como faros para que en el camino de nuestra vida diaria vayamos iluminando el camino que venimos haciendo. Simplemente, en una reflexión dominical, no nos permite sino echar algunas pistas para que en la semana podamos seguir pensando y tomando resoluciones para la vida. Es un pasaje muy rico para la catequesis; es un canto de esperanza; es muy humana y a la vez una ayuda muy grande para que redescubramos el “don de Dios” que es la “Fe Cristiana”, que tenemos por el bautismo.

A la luz de este texto del Evangelio, les quiero hacer esta última reflexión:
En este “año santo universal” y en este año, en el que nos hemos propuesto hacer, por la diócesis, una visita misionera con la Imagen de San Nicolás, todos debemos proponernos profundizar el “Don de Dios” de nuestra Fe Cristiana. Necesitamos sentir la necesidad de reevangelizarnos. No para evadirnos de nuestras responsabilidades y de nuestros problemas concretos, sino para mirarlos a la luz de Cristo.

Concretamente: debemos dar un impulso muy grande a la catequesis en nuestra diócesis. El Obispo y con él todos los sacerdotes, tenemos como la gran tarea y misión ser los primeros catequistas de nuestra comunidad. A esta misión primordial, llamamos a hermanos de nuestra comunidad para conferirles la misión de ser catequistas. Por eso queremos, una vez más, agradecer y animar a nuestros catequistas por su sacrificada y evangélica misión que cumplen.

Pero todos los bautizados y confirmados, por exigencia de la Fe que profesamos, debemos ser catequistas. El papá y la mamá en su propio hogar. Es tarea como padres y como pareja ayudar al crecimiento de la Fe en sus hijos. Es tarea de nuestros maestros y profesores darles a los niños y a los jóvenes la visión cristiana de la vida y fundamentarles las razones por qué creen, por qué esperan y viven. Es tarea de cada Comunidad cristiana. 

Trasmitimos a nuestros hijos y a las generaciones futuras no sólo conocimientos y nociones de religión; esto es necesario, pero lo fundamental es trasmitir una VIDA y ésta es la VIDA DE DIOS por y en Jesucristo a través de la Palabra de Dios y de la participación consciente, activa y madura en los sacramentos, especialmente en la celebración de la Eucaristía. Por eso no se extrañen que debamos exigir mayor preparación en quienes reciben los sacramentos; sea ellos los niños para la comunión y la confirmación; sean ellos los padres y padrinos; sean ellos las comunidades cristianas que deben respaldar la Fe de quienes se inician en la vida cristiana; sean ellos los novios que se preparan para el matrimonio. A veces encontramos que algunos se molestan porque la Iglesia les exige mayor preparación. Piensen que es para felicidad de ustedes. Por supuesto que quienes son legítimamente llamados para catequizar o preparar a los sacramentos, especialmente al matrimonio, deben ser cristianos que con sus vidas den testimonio de esa vida que anuncian; ser fieles hijos de la Iglesia; ser verdaderos servidores de sus hermanos. 

No es mi intención entrar a reflexionar las exigencias de cada sacramento en esta homilía radial. Pero, sí, quiero señalar esto: todos estamos llamados a la reconciliación. Existe un sacramento que se llama precisamente el sacramento de la reconciliación; la PENITENCIA SACRAMENTAL. Creo que es necesario ahondar su importancia y su proyección. También en este sacramento requerirá una reflexión profunda para que sepamos descubrir mejor el “don de Dios” que se nos da en el “perdón sacramental”. Lo deberemos hacer quienes tenemos el ministerio de presidir su celebración y quienes se acerquen al confesionario. Oportunamente daremos lo que en esta materia, la misma Iglesia ya nos ha señalado y facultado dar. Advirtamos, todos, que no darle toda la importancia que tiene, es no descubrir el “Don de Dios”. Por último: “ahondar el Don de Dios” que es nuestra fe cristiana, no es evadirnos de nuestra realidad concreta en que vivimos como riojanos y como argentinos. Es todo lo contrario. Porque no es conocer el “Don de Dios” buscar que la Iglesia se reduzca a los solos recintos de los templos. Ni es asumir y vivir la Fe como Don de Dios, rechazar a la Madre Iglesia, herirla, y usar de la misma Fe para conseguir otros fines que son, algunos de ellos, inconfesables. 

Amigos, revisemos la propia vida a la luz de esta invitación que Jesús le hace a la mujer Samaritana: “SI CONOCIERAS EL DON DE DIOS y quién es el que te pide de beber...”. Porque como se ha dicho: “en la tarde de nuestra vida, se nos pedirá cuenta de cómo la hemos administrado”. 

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sábado, 7 de marzo de 2020

"El milagro de Carlo Acutis y Nuestra Señora de Aparecida" - P. Marcelo Tenorio

Foto de la habitación de Carlo Acutis (Milán)


El Papa reconoció el milagro atribuido a la intercesión del Venerable Carlo acutis, cerrando así el proceso de beatificación. Ahora estamos a la espera de la proclamación de la fecha en la que Carlo será beatificado.

Hace casi diez años conocí a Carlo, a través de mi ahijado, Rodrigo Luna. De inmediato investigué y empezamos, aquí en Brasil, un trabajo de difusión, creando el apostolado brasileño Carlo acutis - el ángel de la juventud.


Rápidamente muchos se apasionaron con la vida de Carlo y así se hizo más conocido y amado. Brasil entero comenzó a amarlo. Las noticias de curaciones y milagros siempre llegaban de los cuatro rincones del país

Con la familia acutis, fuimos estrechando lazos. Todos los años estábamos presentes ante la tumba del querido Carlo. Una vez, en uno de mis viajes a la casa de Carlo, entregué a su padre, Andrea, una imagen de Nuestra Señora de  Aparecida, para que fuera colocada en la habitación de Carlo en Milán.
Le pedí a nuestra señora que el milagro para la beatificación saliera de Brasil. Su imagen en la habitación de Carlo nos guiaría.

P. Marcelo Tenorio con Antonia, la madre de Carlo Acutis
Qué gran sorpresa! El milagro no sólo salió de Brasil, sino de nuestra parroquia de San Sebastián, como narro a continuación:

El 12 de octubre de 2013, en la capilla de Nuestra Señora de  Aparecida, de nuestra parroquia, en el momento de la bendición con la reliquia de Carlo, se acercó un niño llevado por su abuelo, este niño sufría  un problema de salud: páncreas anular, se trata de una anomalía congénita. Esta enfermedad hacía que el niño vomitará casi todo lo que comía, esto lo dejaba débil y muy abatido. Ya andaba con una toalla, porque era grave su situación. Cada vez más débil, debilitado y así encontraría pronto la muerte. En la fila para la bendición, el niño al tocar la reliquia, espontáneamente hace su pedido:"pido dejar de vomitar" (antes le había preguntado a su abuelo que tenia que pedir), y así sucedió, no vomitó más. En febrero de 2014, la familia ordenó hacer nuevos exámenes en el niño y se le comprobó la curación plena.



Este milagro, aprobado por el Vaticano, oficialmente reconocido por el Papa Francisco, llevará a nuestro querido Carlo pronto a beatificación.


El 22 de abril de 2018, la Santa Sede ordenó la apertura de un tribunal Diocesano para investigar el presunto milagro. Don Dimas Lara Barbosa, Arzobispo Metropolitano instaura el Tribunal, en misa solemne, en la iglesia matriz de San Sebastián, quedando así compuesto: Frei Moacyr Malaquias Junior, juez y presidente, pe. Pedro Smaniotto, vice, Padre Kalzely y Padre Pedro Ruiz da Victória, notarios del Tribunal. Yo he trabajado solo como Vice-postulador, junto al Tribunal arquidiocesano. Todos los involucrados, incluyendo médicos y expertos, fueron oídos por el tribunal, que con mucha competencia cerró su actividad el 1 de junio de 2018. El 27 de febrero de 2019, Don Dimas Lara  Barbosa recibió a la comisión del Tribunal que le entregó una copia del proceso canónico.




 El 7 de marzo de 2019, el padre Fabio Vieira dejaba en la congregación para la causa de los santos todo el proceso del milagro, acompañado por doña Antonia Acutis y Nicola Gori, postulador de la causa. El proceso fue abierto de inmediato, en esa misma ocasión, ante todo los presentes. Vale señalar que las autoridades romanas elogiaron el orden, la competencia y la presentación de toda la documentación.
Antonia, P. Fabio y Nicola


Otro rotundo y posible milagro también ocurrió aquí, en nuestra parroquia. Nuestro joven monaguillo Gabriel Terron, estuvo con muerte cerebral, en estado vegetativo, y por la oración con la reliquia de Carlo acutis, volvió a su vida prácticamente normal. Sus padres son llamados para dar testimonio, sobre todo en universidades médicas. Por supuesto, quien tiene que decir oficialmente si fue un milagro o no es la autoridad de la iglesia, en tiempo oportuno, pero eso no nos impide ver lo obvio: Carlo le devolvió la vida a Gabriel.

Llenos de alegría, nosotros brasileños y feligreses de San Sebastián agradecemos a Nuestra Señora de Aparecida por la enorme gracia que se nos ha concedido a través de Carlo Acutis: el milagro para su beatificación.

Autor: P. Marcelo Tenorio

Te interesa leer más sobre la vida de santidad del joven Carlo Acutis, aquí compartimos unos links:








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domingo, 1 de marzo de 2020

REFLEXIONES EN TORNO A LA CUARESMA - MONSEÑOR ANGELELLI



Primer domingo de Cuaresma

Génesis 2,7-9.3,1-7. / Salmo 51(50),3-4.5-6a.12-13.14.17. / Romanos 5,12-19.



Evangelio según San Mateo 4,1-11.

Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el demonio. Después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, sintió hambre. Y el tentador, acercándose, le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes". Jesús le respondió: "Está escrito: El hombre no vive solamente de pan, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios". Luego el demonio llevó a Jesús a la Ciudad santa y lo puso en la parte más alta del Templo, diciéndole: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Dios dará órdenes a sus ángeles, y ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra". Jesús le respondió: "También está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios". El demonio lo llevó luego a una montaña muy alta; desde allí le hizo ver todos los reinos del mundo con todo su esplendor, y le dijo: "Te daré todo esto, si te postras para adorarme". Jesús le respondió: "Retírate, Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Entonces el demonio lo dejó, y unos ángeles se acercaron para servirlo.


REFLEXIONES EN TORNO A LA CUARESMA - MONSEÑOR ANGELELLI, FEBRERO 1975

HERMANOS:
Dice San Agustín: “con ustedes comparto la dignidad de cristiano; para ustedes tengo la grave responsabilidad de ser el obispo”. Esta responsabilidad pastoral me exige, hoy, hacerles algunas reflexiones en torno a la Cuaresma que iniciamos, con la gracia de Dios. 
El Miércoles de Ceniza abriremos este nuevo tiempo litúrgico. Daremos comienzo a la Cuaresma. Tiempo saludable para la conversión y la búsqueda esperanzada de ser verdaderamente “hombres nuevos” en Cristo. Tiempo que reclama, con mayor urgencia, la “reconciliación”; esta reconciliación deberá ser: consigo mismo; con los otros; con la naturaleza y con Dios.
El Miércoles de Ceniza nos sacudirá interiormente un llamado con la fuerza de una sentencia: “conviértete y cree en el Evangelio de Jesús, y no te olvides que eres polvo y en polvo te convertirás”. Lejos de ser un llamado pesimista es un nuevo grito de esperanza y de vida. Si quisiéramos reducir a una frase todo el contenido de la Cuaresma, lo podríamos hacer con la frase de Pablo VI: “La reconciliación es el camino para la paz”. Cuaresma es un tiempo especial (diríamos tiempo fuerte), para la reflexión y las decisiones personales y comunitarias. Es para todos sin excepción alguna. Todos debemos entrar en este clima y cuestionamiento cuaresmal. La escala de valores de una sociedad de consumo “tener más” y no “ser más”, nos dirá que la cuaresma es asunto del pasado, asunto perimido. En el fondo es también una concepción que no respeta al pueblo. En cambio la sabiduría de nuestro pueblo que se ha nutrido y se sigue nutriendo de la Palabra de Dios, nos enseña que es una necesidad impostergable. Si ponemos el oído a Cristo, nos seguirá diciendo “sean perfectos como mi Padre Celestial...”.

Necesitamos convertir la vida, así como la llevamos. Necesitamos reencontrar a Jesucristo, como la Gran Respuesta de nuestro Padre del cielo a nosotros los hombres. Necesitamos anunciar a Jesucristo con sencillez y coraje a esta sociedad que tiene cambiado los valores del Evangelio. Necesitamos romper toda dicotomía (separación) de la vida concreta por un lado y la fe cristiana por otro. Aquí nacen muchos desencuentros y tensiones entre hermanos de una misma fe.
Necesitamos ser reevangelizados; todos, cada uno en la condición y responsabilidad en que nos encontremos. Por eso, ya lo anunciamos en las fiestas de San Nicolás; este año “75” - Año Santo Universal - seguirá siendo para nosotros, como diócesis, el año de la búsqueda de mayor profundidad e interioridad de la vida cristiana; no es otra cosa que profundizar la Fe, la Esperanza y el Amor. Tanto repetirlo puede hasta fastidiar. Sin embargo esto es lo necesario y fundamental. Todo esto nos es necesario para darle mayor profundidad a nuestras opciones pastorales que hemos hecho diocesana y corresponsablemente.

La Carta del Santo Padre, que dimos a la opinión pública en las fiestas de San Nicolás, iluminará la vida y la acción pastoral de la diócesis; reafirmará mejor los objetivos allí señalados; será una guía para que, especialmente en esta cuaresma, hagamos una evaluación evangélica de todo el Cuerpo Eclesial Diocesano. A propósito de la Carta del Papa, y a título simplemente informativo, debe decirles que no han faltado voces y actitudes en La Rioja y fuera de ella, que buscan restarle su importancia, desvirtuarla para que no produzca los frutos que el mismo Santo Padre desea que logre. Debemos comprender y explicarnos estas actitudes y seguir orando por los que no alcanzan a ver lo que el Señor quiere a través de la Palabra del Papa. De todo esto ya ha sido informado el Santo Padre y las mismas fuentes que originan estas actitudes. Que San Nicolás los ayude.

La Cuaresma, como toda actitud verdaderamente cristiana, no nos llama a ser vaticinadores de “calamidades” y a ver todo negativo y sin solución. El llamado es a la ESPERANZA y a hacer crecer la VIDA como don de Dios. Pero para ser consecuentes con esta actitud, y sin caer en una concepción “pesimista” de la vida, es necesario, también, poner los pies en la tierra y tomar mayor conciencia de la crudeza de nuestra realidad cotidiana. Cada uno de nosotros la vivimos en nuestro propio ambiente. Esta toma de mayor conciencia es para ser “hijos de la luz” y de la “esperanza”; y no hijos del “miedo”, de la “cobardía” y del “cálculo egoísta”. Todos debemos buscar la “reconciliación” para lograr el fruto de la paz.
Pero no lograremos el fruto de la PAZ que prepara y hace fructificar la verdadera “reconciliación” entre nosotros los hombres, si aún constatamos: 
1. si se sigue instrumentando la violencia a todo nivel y en todas sus formas, como norma para hacer feliz a un pueblo.
2. si el “negociado”, la “coima”, la “deshonestidad” en todas sus gamas y grados, va constituyéndose como norma para conservar un efímero “status social”: conseguir mayor poder y dominio sobre los demás con fines de lucro u otros apetitos descontrolados.
3. si cada mañana, el ama de casa sigue constatando que existen menos cosas para la canasta familiar; interrogándose: “dónde están”; “quienes las tienen”... “seguiremos así...”
4. si la familia - nuestros hogares argentinos - es sacudida en sus mismos cimientos, con una sistemática e inteligente propaganda que lejos de ayudarla a crecer y protegerla, la sigue destruyendo.
5. si partiendo de una escala de valores, inteligentemente instrumentada y manejada por quienes se dicen “ilustrados”, ridiculizan o intentan destruir los valores evangélicos de nuestro pueblo sencillo y casi sin voz, pero que con fidelidad los guarda y los convierte en sabiduría de la vida.
6. si la justicia es violada; el amor, comercializado; el “machismo” como norma de vida; la mujer, sin restarle nada de su propia responsabilidad, es objeto de instintos descontrolados y de comercio.
7. si la sangre derramada y los dolores acumulados de un pueblo no nos hace, a todos nosotros argentinos, escuchar la voz de Dios que nos habla en estos acontecimientos, y no nos mueven a reordenar la vida privada y pública.
8. si hasta la misma fe cristiana, muchas veces, con dolor lo decimos, es “utilizada” como medio, no para seguir construyendo el Reino de Dios, sino para lograr otros fines incalificables... etcétera.
Lamentablemente podríamos sumar más hechos que obstaculizan la verdadera reconciliación como camino para la paz. Son hechos que no quisiéramos que fueran ciertos. A todos nos obliga a reflexionarlos seriamente. Todos debemos sumar nuestros esfuerzos para hacer el camino de la vida juntos. Alguien podrá decir que es una utopía. No lo creo. Es difícil; sí. Pero entonces deberemos no autoengañarnos en la búsqueda de la tan anhelada paz. Ella es fruto de un cambio radical de vida. Buscando sólo el “tener más” no conseguiremos, ni reconciliarnos ni tener paz en nosotros y con los otros. Con coraje deberemos “ser más”. Ser los hombres nuevos a que nos invita la PASCUA DE CRISTO a todos los argentinos. Esta Pascua supone, para que sea verdadera, hacer el camino a que nos invita la cuaresma y la Cruz del Viernes Santo.

Seguiremos reflexionando, y tomando las decisiones que nos exige la verdadera reconciliación.
Aprovechemos esta cuaresma para que en cada uno de nosotros; en cada hogar; en cada comunidad parroquial y en cada grupo humano, reencontrarnos a Cristo que nos hace un apremiante llamado a la conversión de la vida y a vivir la condición de “hombre nuevo” que Él nos trajo.  Que María y San Nicolás nos ayuden y nos bendigan.



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