domingo, 24 de diciembre de 2017

Oración de la Noche Buena - Mons. Angelelli





Señor…

yo te pido esta noche,

que nos des a cada uno de nosotros,

valentía, coraje y decisión.

Porque hay muchas cosas por hacer,

casas dignas para tantos que son tus hijos,

hay que hacer y buscar fuentes de trabajo

porque no hay pan.

Hay que buscar, no sé cuántas soluciones,

para curar las enfermedades,

y hay que solucionar los problemas

de la educación y el descanso.

¡Cuántas cosas

te tendría que pedir esta noche!!

Señor, yo te pido por mí mismo,

una cosa fundamental:

Que me hagas fiel,

que no me canse nunca

de pronunciar tu nombre.

Y caminar con mi pueblo,

ayudándole a que todos pechemos juntos.

Amén.

 (Mons. Enrique Angelelli, Misa de Nochebuena, La Rioja 1971)


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martes, 12 de diciembre de 2017

EL MEJOR HOMENAJE A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO - PABLO VI


HOY ES LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE. 

Según una constante y sólida tradición, la imagen de la Virgen de Guadalupe, a raíz de su impresión en la tilma del indio Juan Diego en 1531, en la ciudad de México, permaneció algunos días en la capilla episcopal del obispo fray Juan de Zumárraga, y luego en el templo mayor. El 26 de diciembre de ese mismo año fue trasladada solemnemente a una ermita construida al pie del cerro del Tepeyac. Su culto se propagó rápidamente e influyó mucho para la difusión de la fe entre los indígenas. Después de habérsele construido sucesivamente otros tres templos al pie del cerro, se construyó el actual, que fue terminado en 1709 y elevado a la categoría de basílica por san Pio X en 1904. En 1754, Benedicto XIV confirmó el patronato de la Virgen de Guadalupe sobre toda la Nueva España (desde Arizona hasta Costa Rica) y concedió la primera misa y Oficio propios. Puerto Rico la proclamó su Patrona en 1758. El 12 de octubre de 1895 tuvo lugar la coronación pontificia de la imagen, concedida por León XIII, el cual había aprobado un año antes un nuevo Oficio propio. En 1910, san Pio X la proclamó Patrona de la América Latina; en 1935, Pio XI la nombró Patrona de las Islas Filipinas; y, en 1945, Pio XII le dio el título de Emperatríz de América.
La veneración a la Virgen de Guadalupe despierta en el pueblo una grande confianza filial hacia ella, ya que se presenta solícita para dar auxilio y defensa en las tribulaciones; es, además, un impulso hacia la práctica de la caridad cristiana, al mostrar la predilección de María por los humildes y necesitados, y su disposición por remediar sus angustias.



EL MEJOR HOMENAJE A MARÍA: AMAR A DIOS Y AL PRÓJIMO

Amadísimos hijos, deseamos unir nuestra voz a ese himno filial que el pueblo mexicano eleva hoy a la Madre de Dios. La devoción a la Virgen Santísima de Guadalupe debe ser para todos vosotros una constante y particular exigencia de auténtica renovación cristiana. La corona que ella espera de todos vosotros no es tanto una corona material, sino una preciosa corona espiritual, formada por un profundo amor a Cristo y por un sincero amor a todos los hombres: los dos mandamientos que resumen el mensaje evangélico. La misma Virgen Santísima, con su ejemplo, nos guía en estos dos caminos.

En primer lugar, nos pide que hagamos de Cristo el centro y la cumbre de toda nuestra vida cristiana. Ella misma se oculta, con suprema humildad, para que la figura de su Hijo aparezca a los hombres con todo su incomparable fulgor. Por eso, la misma devoción mariana alcanza su plenitud y su expresión más exacta cuando es un camino hacia el Señor y dirige todo el amor hacia él, como ella supo hacerlo, al entrelazar en un mismo impulso la ternura de madre y la piedad de creatura.

Pero además, y precisamente porque amaba tan entrañablemente a Cristo, nuestra Madre cumplió cabalmente ese segundo mandamiento que debe ser la norma de todas las relaciones humanas: el amor al prójimo. ¡Qué bella y delicada intervención de María en las bodas de Caná, cuando mueve a su Hijo a realizar el primer milagro de convertir el agua en vino, sólo para ayudar a aquellos jóvenes esposos! Es todo un signo del constante amor de la Virgen Santísima por la humanidad necesitada y debe ser un ejemplo para todos los que quieren considerarse verdaderamente hijos suyos.

Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable y justamente remunerado; no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones, y mientras una parte de la humanidad siga estando marginada a las ventajas de la civilización y del progreso. Por ese motivo, en esta fiesta tan señalada os exhortamos de corazón a dar a vuestra vida cristiana un marcado sentido social -como pide el Concilio-, que os haga estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos para el progreso y en todas las iniciativas para mejorar la situación de los que sufren necesidad. Ved en cada hombre un hermano, y en cada hermano, a Cristo, de manera que el amor a Dios y el amor al prójimo se unan en un mismo amor, vivo y operante, que es lo único que puede redimir las miserias del mundo, renovándolo en su raíz más honda: el corazón del hombre.

El que tiene mucho que sea consciente de su obligación de servir y de contribuir con generosidad para el bien de todos. El que tiene poco o no tiene nada que, mediante la ayuda de una sociedad justa, se esfuerce en superarse y en elevarse a sí mismo y aun en cooperar al progreso de los que sufren su misma situación. Y, todos, sentid el deber de uniros fraternalmente para ayudar a forjar ese mundo nuevo que anhela la humanidad.

Esto es lo que hoy os pide la Virgen de Guadalupe, ésta la fidelidad al Evangelio, de la que ella supo ser el ejemplo eminente.

Sobre vosotros, muy queridos hijos, imploramos confiado la maternal benevolencia de la Madre de Dios y Madre de la Iglesia, para que siga protegiendo a vuestra nación y la dirija e impulse cada vez más por los caminos del progreso, del amor fraterno y de la pacífica convivencia.


Del Mensaje del papa Pablo VI al pueblo mexicano
(L 'Osservatore Romano, 18 de octubre de 1970)
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sábado, 9 de diciembre de 2017

"¿A quién se aparece María de Guadalupe?" - Leonardo Boff -


-Oyó que lo llamaban, de arriba del cerrillo, le decían: “JUANITO, JUAN DIEGUITO”. 
Luego se atrevió a ir a donde lo llamaban; ninguna turbación pasaba en su corazón ni ninguna cosa lo alteraba, antes bien se sentía alegre y contento por todo extremo; fue a subir al cerrillo para ir a ver de dónde lo llamaban y cuando llegó a la cumbre del cerrillo, cuando lo vio una Doncella que allí estaba de pie, lo llamó para que fuera cerca de Ella.- (Nican Mopohua N° 1-15)






¿A quién se aparece María de Guadalupe?


-¿A quién se aparece María? No a un español ni a un representante de la institución eclesiástica, sino a un indígena marginado. Y lo primero que la Virgen Madre le dice: “Juanito, hijo mío, -que debía ser tratado con sumo respeto, pero que eres marginado-, ¿A dónde vas?”.

Los conquistadores trataban con extremada dureza a los aztecas, y Juan Diego había asimilado la imagen negativa que se había creado de los indígenas. Se reconoce como “pobre indito”, hombre del campo, despreciado, hoja seca caída del árbol (Así se presenta el mismo Juan Diego en el relato del Nican mopohua: “soy mecapal, parihuela, soy cola, soy ala, un indito”). María quiere ser llamada en América Latina: “Niña, Virgencita, Muchachita, Hija mía menor, Madrecita", así se presenta ella ante el indio Juan Diego. 



Ella quiere ser la "Madre compasiva del pueblo”. Se sitúa en el universo afectivo y lingüístico del pueblo y de los pobres y opta por los indios empobrecidos y humillados, ocupando el lugar de la periferia y no el del centro. Y escoge a Juan Diego al que afectuosamente llama “Juanito, Dieguito o pobre indito”. El indígena sojuzgado por los conquistadores, va a anunciar al obispo con palabras de convencimiento y con el poncho lleno de flores, que arrojara a los pies del obispo. 

La misión evangelizadora de Juan Diego nos presenta el potencial evangelizador de los pobres.- 

(Leonardo Boff, “La Nueva Evangelización. Perspectiva de los oprimidos”)



Nican mopohua: es el nombre con el que se conoce el relato de las apariciones de la Virgen de Guadalupe que tuvieron lugar en el cerro del Tepeyac, al norte de la actual Ciudad de México
Nican mopohua se traduce como "Aquí se narra".



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domingo, 3 de diciembre de 2017

"El ADVIENTO ES EL TIEMPO DE LA ESPERANZA" - MONSEÑOR ANGELELLI


Hermanos y amigos:


Comenzamos hoy el tiempo litúrgico del “ADVIENTO”. Es el tiempo de la “esperanza”. Esperamos al Salvador; Cristo. Pedimos su llegada; nos disponemos a su venida. Comienza hoy y nos lleva a la Navidad. Es el Adviento una síntesis de la historia de la humanidad; peregrinamos y vamos haciendo el camino de la vida hasta llegar con nuestro Padre Dios. Esta marcha se hace difícil; se la descubre y le encontramos el sentido pleno, si la miramos y la hacemos desde la Fe. La ESPERANZA es la fuerza, mientras vamos haciendo el camino; es la que permanentemente nos rejuvenece por dentro y nos hace ver con claridad mayor el horizonte, la esperanza es la que nos da la certeza del camino y de la meta aunque aún no la tengamos en plenitud. Es la que nos hace superar obstáculos y nos hace mirar el presente con ojos de futuro con experiencia del pasado. La certeza de nuestra esperanza es Cristo: el que vino; el que está con y entre nosotros; el que nos da su vida y su luz; el que nos hace su pueblo y su Iglesia.  Es el que camina con nosotros y con nosotros construye nuestra historia. Ser cristianos, hoy como siempre, es estar atentos a los signos de los tiempos; a las manifestaciones de la presencia de Dios en la historia de los hombres; en actitud vigilante espera del encuentro con el Señor. Adviento es también la síntesis de nuestra propia existencia, con todo lo que ella encierra de “gozo y esperanza, de dolores y angustias”, pero con la certeza que da la Fidelidad del Señor que es “nuestro Padre” y nosotros la obra de sus manos.

Acabo de regresar de la Asamblea del Episcopado. En ella, como pastores del Pueblo de Dios, hemos tratado de iluminar nuestra crítica situación argentina con ojos de Evangelio desde la fe; miramos nuestra realidad en su conjunto nacional y en cada una de nuestras realidades diocesanas. En un documento final dijimos: “muchas veces y de diversas maneras hemos aportado nuestra colaboración para iluminar desde la Fe el proceso histórico que vivimos. Nuestra voz y nuestra actitud han querido ser siempre leales a la patria que amamos y fieles al Evangelio que proclamamos, sin identificarnos con sectores sociales, agrupaciones políticas o corrientes ideológicas...” “...con la comunidad nacional tenemos clara conciencia de las graves dificultades políticas, económicas, sociales y espirituales que se viven, y nos preocupa que esta acumulación de problemas originen un clima general de frustración y desesperanza... indudablemente transitamos por una etapa crítica, pero no necesariamente sin solución... es un proceso grave de nuestra historia, y quizás con hondas repercusiones para el futuro, pero dependerá de todos los argentinos que transformemos la crisis en proceso de purificación, crecimiento y superación... la patria es una realidad que va más allá de sus dificultades, de sus funcionarios o de algunas de sus instituciones; depende de todos los argentinos; va mucho más allá de las opciones partidarias o personales; mira y busca el bien de toda la comunidad nacional...” ...necesitamos “renovarnos y reconciliarnos en la paz y en la serenidad de los espíritus ya que sólo el corazón pacificado puede llevar la paz a los demás.

Necesitamos renovarnos en la JUSTICIA Y EN LA LIBERTAD para asegurar un nuevo orden social... necesitamos renovarnos en la Fe, la Esperanza y el Amor porque son las fuentes incontaminadas para superar, no sólo la crisis histórica del país, sino la tentación de frustración y el riesgo de ser devorados por los problemas inmediatos. No somos ignorantes de lo que se opina a diversos niveles acerca de la misión de la Iglesia en esta coyuntura que vivimos; más aún, de las afirmaciones aún de las disparatadas y sin sentido de las diócesis, también de la nuestra. Muchas de estas opiniones y juicios fruto de la ignorancia, de intereses en juego y del clima reinante en el país. Una verdad es necesaria repetirla aún corriendo el riesgo de superflua: ninguna autoridad puramente humana, de la jerarquía que ella fuere, tiene competencia dada por Cristo para arrogarse la autoridad de juzgar si la misión de la Iglesia y el contenido de la Fe está de acuerdo con la “doctrina católica”.

Obrar así, además de erróneo es una manifestación conciente o inconciente de soberbia y puede llegar a ser un pecado contra el “Espíritu Santo”. Los que el Señor ha colocado al frente de su Iglesia como legítimos pastores son los que tienen la tremenda responsabilidad de ser los intérpretes auténticos de la fe, así el ejercicio de esta misión les acarree sufrimientos y renuncias dolorosas.

“Oportuna e inoportunamente predica la Palabra de Dios...” le decía San Pablo a Timoteo. Mirando nuestra diócesis en el comienzo de este Adviento, debe decirles que no puedo dejar de compartir con ustedes el dolor y la zozobra que viven. También es verdad que es necesario no perder el sentido de esperanza que debe tener siempre nuestra vida. Aunque pueda aparecer la “visita de San Nicolás” como algo sin importancia o tergiversando su finalidad, sin embargo la gracia de Dios que se viene derramando sobre La Rioja no podrá ser destruida por las pasiones y la mentira de nosotros los hombres si permanecemos fieles a ese Evangelio que San Nicolás tiene en sus manos como mensajero del mismo. Seguiremos con nuestra misión diocesana con la misma finalidad de “renovación y reconciliación” del año santo, hasta donde nos sea posible. La Iglesia diocesana no respalda ni bendice todo lo que pueda ser difundir la mentira, la calumnia y la difamación. Les reitero por el bien espiritual de ustedes y de La Rioja que no se presten a esta lacra moral o la difamación y la calumnia. Me lo han oído muchas veces. Es mi deber señalarlo; no hacerlo faltaría gravemente a mi misión pastoral. Dios, nuestro Padre, que nos está mirando en lo más profundo de nuestras conciencias, nos dé la gracia y la luz para no perder la serenidad de espíritu, la lucidez para discernir bien, la fortaleza interior para dejarnos cuestionar interiormente por su Evangelio, y la esperanza para no cansarnos de ser siempre justos, responsables, respetuosos de las personas como templos de Dios porque nos dice el Evangelio de hoy: “estén vigilantes porque en la hora menos pensada viene el Señor a que le demos cuenta de nuestras vidas...”

Durante todo el Adviento:
- Háganse oraciones privadas y públicas por la Patria.
- El día 8 de diciembre, sea una jornada especial de oración por intercesión de María Santísima Inmaculada
 - Realícense actos penitenciales los viernes de adviento por la Patria.


(Monseñor Angelelli, 30 de Noviembre de 1975)


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