lunes, 31 de agosto de 2015

JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN



CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO 
CON MOTIVO DE LA INSTITUCIÓN DE LA
"JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN"
[1 DE SEPTIEMBRE]



A los Venerables Hermanos

Cardenal Peter Kodwo Appiah TURKSON
Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz

Cardenal Kurt KOCH
Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos

Compartiendo con el amado hermano Bartolomé, Patriarca Ecuménico, la preocupación por el futuro de la creación (cf. Carta Enc. Laudato si’, 7-9) y, acogiendo la sugerencia de su representante, el Metropolita Ioannis de Pérgamo, que intervino en la presentación de la Encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común, deseo comunicarles que he decidido instituir también en la Iglesia Católica la «Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación», que, a partir del año en curso, será celebrada el 1 de septiembre, tal como acontece desde hace tiempo en la Iglesia Ortodoxa.

Como cristianos, queremos ofrecer nuestra contribución para superar la crisis ecológica que está viviendo la humanidad. Para ello debemos ante todo extraer de nuestro rico patrimonio espiritual las motivaciones que alimentan la pasión por el cuidado de la creación, recordando siempre que, para los creyentes en Jesucristo, Verbo de Dios hecho hombre por nosotros, «la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo, ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea» (ibíd., 216). La crisis ecológica nos llama por tanto a una profunda conversión espiritual: los cristianos están llamados a una «conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea» (ibíd., 217). De hecho, «vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana» (ibíd.).

La Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebrará anualmente, ofrecerá a cada creyente y a las comunidades una valiosa oportunidad de renovar la adhesión personal a la propia vocación de custodios de la creación, elevando a Dios una acción de gracias por la maravillosa obra que Él ha confiado a nuestro cuidado, invocando su ayuda para la protección de la creación y su misericordia por los pecados cometidos contra el mundo en el que vivimos. La celebración de la Jornada en la misma fecha que la Iglesia Ortodoxa será una buena ocasión para testimoniar nuestra creciente comunión con los hermanos ortodoxos. Vivimos en un tiempo en el que todos los cristianos afrontamos idénticos e importantes desafíos, y a los que debemos dar respuestas comunes, si queremos ser más creíbles y eficaces. Por esto, espero que esta Jornada pueda contar con la participación de otras Iglesias y Comunidades eclesiales y se pueda celebrar en sintonía con las iniciativas que el Consejo Ecuménico de las Iglesias promueve sobre este tema.

Le pido a Usted, cardenal Turkson, Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, que ponga en conocimiento de las Comisiones de Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales, así como de los Organismos nacionales e internacionales que trabajan en el ámbito ecológico, la institución de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, para que, de acuerdo con las exigencias y las situaciones locales, la celebración se organice debidamente con la participación de todo el Pueblo de Dios: sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles laicos. Para este propósito, y en colaboración con las Conferencias Episcopales, ese Dicasterio se esforzará por llevar a cabo iniciativas adecuadas de promoción y animación, para que esta celebración anual sea un momento intenso de oración, reflexión, conversión y asunción de estilos de vida coherentes.

Le pido a Usted, cardenal Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, que se ponga en contacto con el Patriarcado Ecuménico y con las demás realidades ecuménicas, para que dicha Jornada Mundial sea signo de un camino que todos los creyentes en Cristo recorren juntos. Además, ese Dicasterio se ocupará de la coordinación con iniciativas similares organizadas por el Consejo Ecuménico de las Iglesias.

Esperando la más amplia colaboración para el buen comienzo y desarrollo de la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, invoco la intercesión de la Madre de Dios María Santísima y de san Francisco de Asís, cuyo Cántico de las Criaturas mueve a tantos hombres y mujeres de buena voluntad a vivir alabando al Creador y respetando la creación. Como confirmación de estos deseos, le imparto a ustedes, Señores cardenales, y a cuantos colaboran en su ministerio, la Bendición Apostólica.

Vaticano, 6 de agosto de 2015
Fiesta de la Transfiguración del Señor.

FRANCISCUS




 Fuente: http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html
 Fuente: http://www.news.va/es
 Fuente: http://www.romereports.com/

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viernes, 28 de agosto de 2015

San Agustín




Obispo, Doctor de la Iglesia San Agustín ha sido uno de los santos más famosos de la Iglesia católica. Después de Jesucristo y de San Pablo es difícil encontrar un líder espiritual que haya logrado ejercer mayor influencia entre los católicos que este enorme santo. 

Su inteligencia era sencillamente asombrosa, su facilidad de palabra ha sido celebrada por todos los países. De los 400 sermones que dejo escritos, han sacado y seguirán sacando material precioso para sus enseñanzas, los maestros de religión de todos los tiempos. Cuando Agustín se convirtió al catolicismo escribió el libro Confesiones, que lo ha hecho famoso en todo el mundo. 



Su lectura ha sido la delicia de millones de lectores en muchos países por muchos siglos. El comentaba que a la gente le agrada leer este escrito por gozan leyendo de los defectos ajenos, pero no se esmeran en corregir los propios. La lectura de "Las Confesiones de San Agustín" ha convertido a muchos pecadores. Por ejemplo Santa Teresa cambio radicalmente de comportamiento al leer esas páginas. Cuando joven tuvo una grave enfermedad y ante el temor de la muerte se hizo instruir en la religión católica y se propuso hacerse bautizar. 

Pero apenas recobro la salud se le olvidaron sus buenos propósitos y siguió siendo pagano. Más tarde criticara fuertemente a los que dejan para bautizarse cuando ya son bastante mayores, para poder seguir pecando. Luego leyó una obra que le hizo un gran bien y fue el "Hortensio" de Cicerón. Este precioso libro lo convenció de que cada cual vale más por lo que es y por lo que piensa que por lo que tiene. Pero luego sucedió que tuvo un retroceso en su espiritualidad. Ingreso a la secta de los Maniqueos, que decía que este mundo lo había hecho el diablo y enseñaban un montón de errores absurdos. 



Luego se fue a vivir en unión libre con una muchacha y de ella tuvo un hijo al cual llamo Adeodato 
(que significa : Dios me lo ha dado) Luego leyó las obras del sabio filosofo Platón y se dio cuenta de que la persona humana vale muchísimo más por su espíritu que por su cuerpo y que lo que más debe uno esmerarse en formar es su espíritu y su mente. Estas lecturas del sabio Platón le fueron inmensamente provechosas y lo van a guiar después durante toda su existencia.



Se dedico a leer la Santa Biblia y se desilusiono, ya que le pareció demasiado sencilla y sin estilo literario, como los libros mundanos. Y dejo por un tiempo de leerla. Después dirá, suspirando de tristeza : "Porque la leía con orgullo y por aparecer sabio, por eso no me agradaba. Porque yo en esas páginas no buscaba santidad, sino vanidad por eso me desagradaba su lectura. ¡ Oh sabiduría siempre antigua y siempre nueva. Cuan tarde te he conocido!". 



Al volver al África fue ordenado sacerdote y el obispo Valerio de Hipona, que tenía mucha dificultad para hablar, lo nombró su predicador. Y pronto empezó a deslumbrar con sus maravillosos sermones. Predicaba tan hermoso, que nadie por ahí, había escuchado hablar a alguien así, a gente escuchaba hasta por tres horas seguidas sin cansarse. Los temas de sus sermones, eran todos sacados de la santa Biblia, pero con un modo tan agradable y sabio que la gente se entusiasmaba. 

Y sucedió que al morir Valerio, el obispo, el pueblo lo aclamo como nuevo obispo y tuvo que aceptar. en adelante será un obispo modelo, un padre bondadoso para todos. Vivirá con sus sacerdotes en una amable comunidad sacerdotal donde todos se sentirán hermanos. El pueblo siempre sabia que la casa del obispo Agustín siempre estará abierta para los que necesitan ayuda espiritual o material. 

Será gran predicador invitado por los obispos y sacerdotes de comunidades vecinas y escritor de libros bellísimos que han sido y serán la delicia de los católicos que quieran progresar en la santidad. El tenía la rara cualidad de hacerse amar por todos. Había en el norte de África unos herejes llamados Donatistas, que enseñaba que la Iglesia no debe perdonar a los pecadores y que como católicos solamente deben ser admitidos los totalmente puros ( pero ellos no tenían ningún reparo en asesinar a quienes se oponían en sus doctrinas ) Agustín se les opuso con sus elocuentes sermones y brillantísimos escritos, y ellos no eran capaces de responderles a sus razones y argumentos. 

Al fin el Santo logró llevar a cabo una reunión en Cartago con todos los obispos católicos de la región y todos los jefes de los Donatistas y allí los católicos dirigidos por nuestro santo derrotaron totalmente en todas las discusiones a los herejes, restos fueron abandonados por la mayor parte de sus seguidores, y la secta se fue acabando poco a poco. 




Vino enseguida otro hereje muy peligroso. Un tal Pelagio, que enseñaba que para ser santo no hacía falta recibir gracias o ayudas de Dios, sino que uno mismo por su propia cuenta y propios esfuerzos logra llegar a la santidad. Agustín que sabía por triste experiencia que por 32 años había tratado de ser bueno por sus propios esfuerzos y que lo único que había logrado era ser malo, se le opuso con sus predicaciones y sus libros y escribió un formidable tratado de "La Gracia", el cual prueba que nadie puede ser bueno, ni santo, si Dios no le envía gracias ni ayudas especiales para serlo, en este tratado tan lleno de sabiduría, se han basado después de los siglos, los teólogos de la Iglesia católica para enseñar acerca de la gracia. 

Cuando Roma fue saqueada y casi destruida por los bárbaros de Genserico, los antiguos paganos habían dicho que todos estos males habían llegado por haber dejado de rezar a los antiguos dioses paganos y por haber llegado la religión católica. Agustín escribió entonces un nuevo libro, el más famoso después de las Confesiones, "La Ciudad de Dios" ( empleó 13 años redactándolo ). 

Allí defiende poderosamente a la religión católica y demuestra que las cosas que suceden, aunque a primera vista son para nuestro mal, están todas en un plan que Dios hizo en favor nuestro que al final veremos que era para nuestro bien. ( Como dice San Pablo: "Todo sucede para bien de los que aman a Dios") . En el año 430 el santo empezó a sentir continuas fiebres y se dio cuenta de que la muerte lo iba alcanzar, tenía 72 años y cumplía 40 años de ser fervoroso católico, su fama de sabio, de santo y de amable pastor era inmensa. 

Los bárbaros atacaban su ciudad de Hipona para destruirla, y el murió antes de que la ciudad cayera en manos de semejantes criminales. A quién le preguntaba que si no sentía temor de morir, el les contestaba : "Quien ama a Cristo, no debe temer miedo de encontrarse con El". Pidió que escribieran sus salmos preferidos en grandes carteles dentro de su habitación para irlos leyendo continuamente 

(él en sus sermones, había explicado los salmos) durante su enfermedad curó un enfermo, con solo colocarle las manos en la cabeza y varías personas que estaban poseídas por malos espíritus quedaron libres. 

( San Posidio, el obispo que lo acompaño hasta sus últimos días, escribió después su biografía). 


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domingo, 23 de agosto de 2015

Amo porque amo, amo por amar




El amor basta por sí solo, satisface por sí solo y por causa de sí. Su mérito y su premio se identifican con él mismo. El amor no requiere otro motivo fuera de él mismo, ni tampoco ningún provecho; su fruto consiste en su misma práctica. Amo porque amo, amo por amar. Gran cosa es el amor, con tal de que recurra a su principio y origen, con tal de que vuelva siempre a su fuente y sea una continua emanación de la misma. Entre todas las mociones, sentimientos y afectos del alma, el amor es lo único con que la criatura puede corresponder a su Creador, aunque en un grado muy inferior, lo único con que puede restituirle algo semejante a lo que él le da. En efecto, cuando Dios ama, lo único que quiere es ser amado: si él ama, es para que nosotros lo amemos a él, sabiendo que el amor mismo hace felices a los que se aman entre sí.

El amor del Esposo, mejor dicho, el Esposo que es amor, sólo quiere a cambio amor y fidelidad. No se resista, pues, la amada en corresponder a su amor. ¿Puede la esposa dejar de amar, tratándose además de la esposa del Amor en persona? ¿Puede no ser amado el que es el Amor por esencia?

Con razón renuncia a cualquier otro afecto y se entrega de un modo total y exclusivo al amor el alma consciente de que la manera de responder al amor es amar ella a su vez. Porque, aunque se vuelque toda ella en el amor, ¿qué es ello en comparación con el manantial perenne de este amor? No manan con la misma abundancia el que ama y el que es el Amor por esencia, el alma y el Verbo, la esposa y el Esposo, el Creador y la criatura; hay la misma disparidad entre ellos que entre el sediento y la fuente.

Según esto, ¿no tendrá ningún valor ni eficacia el deseo nupcial, el anhelo del que suspira, el ardor del que ama, la seguridad del que confía, por el hecho de que no puede correr a la par con un gigante, de que no puede competir en dulzura con la miel, en mansedumbre con el cordero, en blancura con el lirio, en claridad con el sol, en amor con aquel que es el amor mismo? De ninguna manera. Porque, aunque la criatura, por ser inferior, ama menos, con todo, si ama con todo su ser, nada falta a su amor, porque pone en juego toda su facultad de amar. Por ello, este amor total equivale a las bodas místicas, porque es imposible que el que así ama sea poco amado, y en esta doble correspondencia de amor consiste el auténtico y perfecto matrimonio. Siempre en el caso de que se tenga por cierto que el Verbo es el primero en amar al alma, y que la ama con mayor intensidad.


De los sermones de san Bernardo, abad, sobre el libro del Cantar de los cantares
Sermón 83, 4-6: Opera omnia, edición cisterciense





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