domingo, 10 de noviembre de 2013

"CREADOS PARA LA VIDA ETERNA"- REFLEXION DEL EVANGELIO DEL DIA


Domingo XXXII. Ciclo C

Evangelio según San Lucas 20,27-38. 


Se le acercaron algunos saduceos, que niegan la resurrección, y le dijeron: "Maestro, Moisés nos ha ordenado: Si alguien está casado y muere sin tener hijos, que su hermano, para darle descendencia, se case con la viuda. 
Ahora bien, había siete hermanos. 
El primero se casó y murió sin tener hijos. 
El segundo se casó con la viuda, y luego el tercero. 
Y así murieron los siete sin dejar descendencia. Finalmente, también murió la mujer. 
Cuando resuciten los muertos, ¿de quién será esposa, ya que los siete la tuvieron por mujer?". 
Jesús les respondió: "En este mundo los hombres y las mujeres se casan, pero los que sean juzgados dignos de participar del mundo futuro y de la resurrección, no se casarán. 
Ya no pueden morir, porque son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 
Que los muertos van a resucitar, Moisés lo ha dado a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. 
Porque él no es un Dios de muertos, sino de vivientes; todos, en efecto, viven para él". 


REFLEXIÓN - "CREADOS PARA LA VIDA ETERNA"


En tiempos previos a la venida del Maestro la fe en la resurrección prácticamente no era del todo clara, de hecho muchos de los grupos judíos compartían las mismas ideas que los griegos, aquella según la cual luego de la muerte les esperaba un tiempo de turbación, la muerte era el paso a una vida miserable, lejana a Dios. Hacia el 150 a.C el emperador griego Antíoco IV con el fin de unificar el imperio convocó a una persecución contra los judíos, como vemos relatado en la primera lectura.

Dos siglos antes de la venida de Cristo un proyecto totalitario se cernía sobre la tierra y amenazaba con terminar con el judaísmo obligándolos a incumplir con sus prescripciones, como aquella que les prohíbe comer carne de cerdo por considerarlo un animal impuro. En la historia de la primera lectura nos encontramos con los primeros relatos de fe en la resurrección futura: “Tu, malvado, nos privas de la vida presente, pero el Rey del universo nos resucitará a una vida eterna, ya que nosotros morimos por sus leyes”

Lejos de ser un camino de resignación los judíos martirizados ponen y expresan su confianza en Dios, luego de toda una vida dedicada a la observancia  de la Ley y cercanos a Dios no puede esperarles una vida lejos de él. Aquel por quien entregan su vida y en quien subsisten no puede abandonarlos jamás, menos aun en los momentos de prueba como expresa el apóstol Pablo en la segunda lectura.

Así, en tiempos de Jesús los fariseos tenían su propia idea de la resurrección, mientras que los saduceos no creían en ella y por ello lo ponen a prueba con el caso de la siete veces viuda. Jesús no se prende a sus engaños, los deja estupefactos al confesarles que existe una vida más allá de la propia muerte, pues el Dios que ha creado todo lo visible e invisible no puede ser un Dios de muertos, sino un Dios de vivos. Aquel de quien proviene la vida y que cada día la sostiene en su designio de conservación no puede sino llevarnos a la vida eterna en la que todo compromiso terrenal quedará transformado por el amor.

Hemos sido creados para la vida eterna, con vicios de eternidad, y eso es lo que nos moviliza hacia el encuentro definitivo con el Creador. Vida eterna en la que seremos reconstituidos en aquel que nos ha creado y redimido.-

                                EMILIO RODRIGUEZ ASCURRA / contactoconemilio@gmail.com








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